El agente topo 4,2/5. San Sebastián 2020



Está cinta chilena de Maite Alberdi tiene la virtud de llamarnos por el título que ha puesto. Marketing perfecto para un documental!!



Ir a ver esta película pensando que es de ficción, nos haría pensar que es una de las peores películas del certamen. La gracia está en ver que es un documental sobre un asilo de ancianos hecho de forma tan magistral, que hecho por otro director sería un tema muy muy muy aburrido.
Maite nos lo hace tan ameno como que no nos damos cuenta de que los 90 minutos han pasado hablando constantemente de un asilo de ancianos.

La directora Alberdi amplía y presta el debido respeto a los ricos mundos interiores de aquellos miembros de la sociedad injustamente catalogados como cargas para sus familias y comunidades. A lo largo de la pandemia de COVID-19, las residencias de ancianos se han convertido en focos de infección. El documental humaniza así una situación que no ha hecho más que agravarse desde el inicio de la crisis sanitaria, proporcionando un portal a un mundo en gran medida oculto, por naturaleza, a la vista del público.

El Agente Topo lleva a los espectadores al Hogar de Ancianos de San Francisco a través de la perspectiva de Sergio Chamy, dando vida a sus residentes de larga duración como personajes cautivadores, conmovedores y divertidos a través del particular estilo de cine documental de Alberdi. Al emplear estrategias que llevan al espectador a una conexión más íntima con la trama, al tiempo que se atiene a las técnicas tradicionales del cine de no ficción, Alberdi permite que su público se involucre en las vidas de las personas que aparecen en la pantalla de una manera fresca y éticamente sensible. El resultado consigue llevar al espectador a flotar a lo largo del documental mimetizando con sus protagonistas a través de sus historias conmovedoras, haciendo dudar constantemente si hay un guión definido o simplemente es la vida real. En este caso es la gestión magistral de la vida real hecha por Maite, que la convierte tras la producción en un show atrayente. 



A través de un cuidadoso juego de manos de la directora, Alberdi explora hábilmente la métrica de la soledad y el aislamiento que siente el grupo demográfico más vulnerable de la sociedad: los ancianos. Una inesperada reflexión sobre la naturaleza de la pérdida y las relaciones humanas, "El agente topo" nos recuerda a todos nuestra responsabilidad colectiva hacia los miembros más ancianos de nuestras comunidades.

Como se puede observar en sus últimos documentales (Vida sexual de las plantas, Yo no soy de aquí, Los niños, Los Reyes ), Maite hace documentales distintos a los demás, quizás es por su toque suave, sin caer en lo empalagoso con toques de humor que rompen los conceptos establecidos: como escuchar a una anciana que la vigilan, y después ver los micrófonos en la parte alta de la cámara, o ver al equipo de rodaje sin pudor en medio de la grabación. Su forma de grabar no se queda en observar, tiene un empeño en meter al espectador dentro, hacerlo visualmente atrayente, conseguir que ningún espectador diga que su documental es aburrido, y a la vista de las cantidad de premios y nominaciones que ha conseguido, ha logrado su objetivo.




Este documental nos muestra vidas ordinarias de una forma sublime, y lo excepcional en lo común. No importa lo que toque Maite, que siempre conseguirá que una historia florezca de los más secos y aburridos temas que podamos imaginar, y eso es un don que tenemos la suerte de ver en "el agente topo".


Según la directora  "... un documental tiene que invitar a la comprensión, la tolerancia y la empatía. Éstas pueden generarse o cambiarse a través del cine, que permite a los espectadores conectar con las experiencias cotidianas y acercarnos a mundos que desconocemos", "Me interesaba filmar a los ancianos porque son un colectivo que nos permite construir historias tanto universales como individuales. Universales porque todos podemos relacionarnos con diferentes aspectos de la historia, e individuales porque los sujetos cuyas historias se cuentan se ven afectados por la diferencia de edad y las experiencias únicas que entonces viven. Sergio está dispuesto a vivir una nueva vida, a conocer gente nueva y a escuchar. En su papel de detective dentro de una residencia de ancianos, nos enseña a no juzgar, ni a poner límites, aunque tengas 85 años. Me enseñó a estar abierto a la experiencia sin prejuicios".

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