El acusado. Venecia 2021



Con películas como la que presenta en competición el director francés de origen israelí, Yvan Attal, volvemos a creer en el cine, no solo como pasatiempo, sino también como una forma de crecer como personas, de aprender, de mejorar, de crear luz en asuntos que la locura ideológica actual no permiten ver con calma. 

Basada en el libro de mismo nombre (Las cosas humanas) de Karine Tuil, nos cuenta la vida de Alexandre (Ben Attal) de 22 años, un chaval adinerado, de la clase alta parisina que estudia en Stanford. Viene a París para presenciar la condecoración de su padre Jean (Pierre Arditi), afamado presentador de televisión. Su madre Claire (Charlotte Gainsbourg), escritora de prestigio y con ideas de defender lo injusto sin atenuar los actos por la procedencia de los violentos, vive con otro hombre, judío, que tiene una hija de 17, Milla (Pierre Arditi).

La noche de la llegada de Alexandre a París va con Milla a una fiesta. Tras esto ella le denuncia por violación. Aquí comienzan la increíble puesta en escena sin ideologías, ni partidismos, ni frivolidades, ni condescendencias que vemos continuamente en el cine actual, y más aún el realizado por determinados países. Aquí el cine es aséptico, comprendiendo y respetando la inteligencia de cada espectador para que creen ellos mismos su propio discurso. 




Que maravilla cada uno de los 138 minutos en donde los espectadores nos vemos forzados a discurrir, a usar el cerebro para analizar lo que estamos viendo, reculando, repensando, viendo que hay cosas que no cuadran, dudando, intentando agarrarnos a algo fijo que nos ayude a discernir que ocurrió en ese cuarto de la basara donde tuvo la acción sexual. 

Hay una neutral crítica mostrando la influencia de los medios en decisiones judiciales, la diferencia de clases, lo "mal visto " que está ser rico y pertenecer a una familia importante, las severas costumbres judías, el amor entre una pareja cuando hay temas judiciales de por medio, las formas de entender el feminismos, la inmigración y su estigmatización, los limites del sexo y el no consentimiento, de la verdad, de la percepción de esa verdad. Esta cinta esta como la leche, magistralmente condensada, y su gusto, al igual que el producto, está tremendo y es adictivo.

Comenzamos con una entrevista en France Inter, en la realidad la radio francesa más importante de noticias del país, donde dos mujeres hablan sobre una violación cometida por unos inmigrantes a una chica. Una no quiere estigmatizar a los hombres por su procedencia y la otra sí que hace una diferenciación basada en que en sus países de procedencia las costumbres son menospreciar a la mujer, y piensan que eso mismo se puede hacer en Francia. Sin tomar partido, nunca lo hace, Yvan Attal corta la conversación entre ambas para dejar el campo de batalla dialéctica equilibrada.



Cuando Alexandre es acusado de violar a Milla, por esta última, Claire es señalada en redes de pelear contra los abusos de los hombres siempre y cuando no sean su hijo, con comentarios escabrosos en Twitter. Esta aplicación, Twitter, tiene cierta importancia a lo largo de la cinta ya que es utilizado como método de influencia y derribo de los protagonistas.

La versión de Milla es que se vio forzada a beber, a bajar a la calle, y a meterse en un cuarto, después con insultos la forzaron a tener relaciones sexuales. Alexandre cuenta que ella pidió salir a la calle, y tras ir al cuarto las acciones se pasaron solas, al no ver una negativa de Milla continuó sin más. El no decir "no" y la imposibilidad de decirlo en momentos de shock, son también tratados de forma detallada en el film. Veremos que al final hay un detalle, quedarse con las bragas de la chica que era la apuesta que habían hecho los chicos en la casa, y es que en toda la historia, la humillación o sentirse humillado, juega un papel muy importante. Tanto que ante la idea de denunciar la violación, la madre de Milla no estaba de acuerdo para no tener problemas en un futuro para casar a su hija con otro judío. Los temas de humillación en las denuncias de violación son un tema recurrente, no solo en la ficción.

La paradoja que se plantea es si los padres de los chicos pueden seguir manteniendo una relación de amor tras la denuncia, es complicado ya que cada uno defiende y cree a su hijo, pensando que cada uno de ellos tiene razón, y como veremos, ese es la filosofía de la cinta. Esta pareja es una parte igual de importante en la trama, ya que son un daño colateral de los sucesos, teniendo que dejar la relación en la que se encontraban. Jean, el padre de Alexandre, también defiende a su hijo sin duda, con míticas frases bochornosas como "no se puede arruinar la vida de una persona por 20 minutos de acción". El mismo Jean dice que mataría al chico si fuera a su hija a la que le hubiera pasado eso.



Las clases elitistas son desdeñadas en esta cinta, mostrando la arrogancia del joven por estudiar en Estados Unidos, y por tener expectativas de trabajos millonarios. Esa actitud ha sido copiada del padre, un "ligón" que sin llegar a la aparente agresividad de Dominique Strauss-Kahn, tiene ciertos aires no ya solo físicos. El juego de poder no se termina de ver con malos ojos, Jean es un poderoso que consigue acostarse con una becaria que lo idolatra, sintiéndose un poco humillada tras la primera cita. La imagen de la cara de Milla tras la relación con Alexandre es significativamente parecida a la de la becaria, demostrando que también siente humillación. Las acciones tomadas por ambas fueron diferentes.

Y es que la clave filosófica de esta cinta, y su éxito, es eso mismo, mostrar que hay una sola verdad pero diferentes formas de percibir esa realidad. A lo que se refiere el juicio, la verdad debe ser una verdad judicial, sin dejarse intimidar o influir por los medios o las frases de la acusación en la que intenta convertir el juicio en un juicio contra la violencia "a todas las mujeres", recordando que se están juzgando estos hechos a esta mujer en particular y a este hombre en particular. Lo que parece que viene a decir el director, es que el padre, Jean, haciendo lo mismo que el hijo, obtuvo resultados distintos, porque la misma realidad fue percibida de forma distinta por la becaria.

Sin alegatos ideológicos, sin frases que parecen venir de panfletos políticos, sin guiar al público como borregos diciendo exactamente lo que tienen que escuchar, el cine del francés Attal no cae en esos infantilismos, en ese cine propagandístico y básico que otros directores aclamados utilizan sin rubor. Attal hace un enorme esfuerzo por conseguir transmitir un mensaje que cale en el alma del espectador, y ese mensaje no es otro que hacer pensar sobre lo que estamos viendo, y llagar a nuestras propias conclusiones, con los sentimientos que ello libera. 

Incluso habla de la cultura de la cancelación, al insinuar que por leer libros donde se habla de practicas sexuales violentas, Alexandre era violento, señalando este último que habría que prohibir esta obra o todas las del Marques de Sade. Dentro de la cultura de la cancelación tenemos a las redes sociales que indican que Alexandre es un violador, basados únicamente en la palabra de Milla, sin esperar a la sentencia del juicio. Eso provoca un paralelismo inevitable con la realidad, como vimos, linchamientos al juez que voto en contra de condenar a la manada de Pamplota. Aleccionando a otros que tuvieron casos similares en Castilla y León. La cinta sorprende por su "rabiosa" actualidad, y nos deja claros que lo importante aquí es la ética y la justicia. Como ya dijo el director del festival de San Sebastián, Rebordinos, en su carta que se llamaba "hablemos de ética" y que parece resumir la película en ciertos aspectos.



La cinta no da la razón a nadie, ni insinúa que haya una denuncia falsa ni que Alexandre sea culpable. En esta película se ven los grises. Justamente así es la zona que denominan en la película, zona gris para referirse a esas acciones en donde hay un consentimiento implícito, sin que haya un "no" o "stop" o la persona haga ademanes de querer irse. Esa sutileza queda bien expuesta y podemos examinar los dos puntos de vistas con valiosos flash backs que nos iluminan en esta búsqueda de lo que pasó.


Milla, que por cierto tiene un aire muy parecido a Beatriz Luengo, tiene un pasado de amenazas a un hombre con el que estuvo. Alexandre tiene un pasado de decir frases violentas en las relaciones sexuales. Estas dudas hacen que sea casi imposible decidir con certeza que paso en el cuarto, más aun cuando el director sabiamente no nos pone las imágenes en ningún momento.

Con unas interpretaciones de los chavales fantásticas, la cinta es dinámica, nada condescendiere, rápida, sorprendente y una verdadera delicia de diálogos, en la que los buscadores del poder corrosivo del patriarcado verán colmadas sus expectativas plenamente, al igual que los defensores de un machismo enfermizo en donde las mujeres siempre exageran. Ambos encontraran argumentos en esta cinta para reafirmar sus ideas, sin ver que aquí hay un empate técnico.

Opinión: 4,5/5

Comentarios

  1. Me parece que la última escena deja clara la posición del film, de aparente neutralidad...

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