Arthur Rambo. San Sebastián 2021


La idea del director y guionista francés Laurent Cantet no podría haber sido posible en otros países más que en Francia. Hablar en la película del odio endémico que tienen los "franceses" de "pura cepa" contra los "franceses" de origen árabe, juntando esto con  mensajes de odio lanzados por un árabe contra los "blancos" y que se juzgue la libertad de expresión junto con la diferencia de clases. 

El cóctel es devastador por los temas potencialmente molestos para un creciente grupo de "ofendiditos" a los que parece que hay que pedir permiso antes de grabar una película, o dar un premio a un actor o realizador. 

Francia gana por goleada y muestra un adelanto intelectual en este campo encomiable, hablando de todo y de la forma que quiere, sin críticas o boicots absurdos a una forma de expresión como es el cine. De hecho, el protagonista de la cinta Karim D (Rabah Nait Oufella) sufre en sus propias carnes este boicot por parte de, básicamente, toda la sociedad francesa, confundiendo ya que no comprende que no tenga derecho a la libertad de expresión.

"Arthur Rambo" es el seudónimo que utiliza el escritor Karim D, con el que inunda Twitter con frases lapidarias contra los gais, judíos, la sociedad de clase media alta, y alguno contra los árabes. Cuando sacan a la luz estos tuits su carrera comienza a tambalearse, mostrando una verdad a media y es que Twitter es una segunda vida que uno puede llevar oculta pero que puede llegar a tener repercusión en la vida real. Por otro lado, el director exagera cuando las noticias en Twitter vuelan tan rápido, aparentando que todos tenemos la aplicación instalada en el cerebro, olvidando que muchísima gente no sabe utilizar las redes o no quiere.



El miedo que pasa el protagonista en el metro, donde cada persona que mira el móvil y después a él, es un potencial seguidor que puede estar a punta de "desseguirle", esa paranoia que llevada a la realidad es el encender el móvil constantemente para ver si hay alguna reacción a lo publicado. ¿Tendríamos derecho a escribir lo que quisiéramos en un tweet con un seudónimo?, si los libros de ficción nos dan la oportunidad de contar locuras, ¿qué misteriosa razón hace que no se pueda aplicar la misma ley a Twitter?. De hecho, tampoco el género del humor tiene permitida la libertad plena de expresión, obligando a contar algo de forma triste (aquí nadie se queja). 

Una vez más el cine nos plantea los límites de esa libertad de expresión, que aunque parezca ganada, y más usando un ridículo apodo que indican por donde van a ir los comentarios como el de "Rambo", no está en absoluta garantizada. Karim D es un personaje público que tras salir en la televisión hace que sus mensajes tengan una cierta relevancia. Pero gente completamente desconocida que hace comentarios que no le importan a nadie, son elevados al status de hijo prodigo o paria, como si lo que dice le importara a alguien. ¿Es acaso las ganas de odiar lo que provoca que respondamos a tuits sin sentido de gente insignificante en la materia?.

Lo grave, quizás, es que gente con responsabilidad pública de por cierto en Twitter hechos no probados, creando una marabunta que ya continuará escudados en que "el político de turno" dice siempre la verdad. Aquí el guion de Cantet sí tiene importancia, ya que el poder puede ser escuchado y manejar al pueblo que les "idolatra" en muchos casos. 

Karim D es un renegado de la sociedad, con un odio natural, no creado por las redes sociales, sino por la mirada despectiva con que Francia acogió a su madre. Las formas del libro donde expresa esto son tan bellas que incluso piden hacer una película de ello. Los tuits de Rambo tienen la misma misión que el libro: una válvula de escape para hacerse oír. La diferencia de clases unido al origen de las personas que viven en un país, crean en ocasiones guetos. En Francia no existen estudios ni por religión ni por etnia, ya que lo consideran algo irrespetuoso. Incluso la palabra "raza" quiere ser olvidada y eliminada del vocabulario. En los países anglosajones la palabra "raza" está al orden del día, pidiendo que digas a cual perteneces para solicitar un trabajo, o un master en una universidad. Ambas filosofías tienen su motivo. En Francia consideran a todos igual. En el Reino Unido, quieren saber de qué "raza" eres para llegar a tener paridad en todas. 

La paradoja que parece indicar la cinta sobre Francia, es que aunque no hay "razas", y aparentemente "todos" son aceptados, como Karim D, al final la gente de ciertos orígenes están en guetos, como la familia del propio Karim D. La pregunta del millón y que trae quebraderos de cabeza a todos los ministros del interior y primeros ministros es: ¿quién tiene la culpa, unos que no dejan que los otros se integren o los otros que no quieren integrarse?  el continuo debate de "nosotros" y "ellos" que el propio Karim D recrimina a su hermano, intentando hacer ver que no existe nosotros-ellos. Aquí vemos de nuevo lo ideal en el pensamiento de Karim D, y lo que ocurre en la realidad, en el pensamiento de su hermano.




Una cinta con un gran inicio, pero que no aprovecha completamente todos los recursos que el guion ofrece, quizás demasiadas ideas expresadas en 87 minutos terminaron apeándose sin ningún orden armonioso.

 

Opinión: 3,5/5

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