Aloners. San Sebastián 2021



Que una película se llame "Aloners" (en surcoreano: Hon-ja sa-neun sa-ram-deul) o lo que viene a significar "Solitarios" no es una buena carta de presentación que anime al público a ir al cine para pasar un buen rato. Pero cuando empiezas a escuchar las primeras olas que rompen en tus oídos sobre el tsunami de película que es, uno se pone alarmas en el móvil para hacerse con una de sus preciadas plazas cuando las sesiones se abren. La experiencia no defrauda, a pesar del título poco halagüeño.

En su primer film, la directora surcoreana Hong Sung-eun nos presenta a la comedida y brillante actriz Gong Seung-yeon a lo largo de 90 minutos dónde la batalla interpretativa de la propia actriz con sigo misma es tan épica y profunda que consigue golpear con certera en la línea de flotación de los miedos y disfrutes que nos proporciona la soledad.



Como trabajadora de una centralita que ayuda al cliente de tarjetas de crédito, la protagonista Jina se siente segura, no tiene que tratar con personas cara a cara, y eso le provoca tranquilidad. El no salir de su burbuja le permite no tener miedo a abrirse a los demás. Por contra, no tiene ningún reparo en disculparse por teléfono por los inconvenientes que las tarjetas hayan provocado a los clientes, un doble juego de abrirse falsamente para disculparse, pero tener pudor de comer con una compañera de trabajo.

La cinta nos muestra una sociedad en la que la gente no existe, ni en el metro, ni el bus, ni los vecinos... bien sea por la incoherente frialdad o por prestar más atención al móvil y la televisión, que tomando un café con un amigo. En ocasiones la falta de contacto y empatía con los demás llega a provocar visiones y problemas mentales, haciéndonos ver "vecinos fantasmas".



Las relaciones frías no son solo con los desconocidos, también con la familia, no aceptando y culpando a un padre que lo único que quería era lo mejor para su mujer. Las pequeñas sutilezas de cómo las personas lo complican todo, llegando incluso a pedir a un padre que deje de usar el móvil de la madre, en vez de cambiar el nombre de "mamá" a "papá". 



Complicar las cosas por el miedo a salir de la zona de confort, de una burbuja ficticia donde nadie molesta, es lo que nos muestra la protagonista. La ansiedad de cambiar tu forma de vida para adaptarla a los demás provoca incomodidad. Ese derecho a molestar que reivindica la película es un derecho legítimo, vivimos en sociedad como buenos animales mamíferos y gregarios, el estar en sociedad nos expone a que seamos abordados por personas desagradables, pero también por los agradables. Todo nos da oportunidades de mejora. Cerrarse herméticamente a esta interacción nos hace morir en vida, como a la protagonista. El dejarse molestar por una compañera para ir a comer juntas no es motivo para molestarse, como dicen en la cinta "usted tiene el hábito de enfadarse por todo" la protagonista tiene la piel muy fina cuando sale de su burbuja.



Una preciosa y bella cinta, que a pesar del tema tratado es extraordinariamente dinámica. Su sutileza nos hace darnos cuenta de la falta de corazón que hay muchas veces con los que nos rodean, y la poca interacción que hay entre nosotros bien por no molestar, bien por no querer ser molestados. Hong Sung-eun reivindica el derecho y casi el deber de molestar para sentirse y hacer sentir a los demás vivos.

Opinión: 4,4/5

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