Moffie. DIAM 2021, LBGT Toulouse


La cinta del sudafricano Oliver Hermanus, como la localidad del propio país, participa en el concurso del festival LGBT de DIAM Toulouse. 

Aunque con producción de 2019 , presentado en competición en Venecia 2019, a causa del bicho, no ha podido tener el estreno esperado, llegando incluso a ser nominada en los BAFTA de 2021 como mejor nueva promesa. Lo bueno de tener un productor británico, Jack Sidey, es que te abre las puertas del certamen británico. 



La historia es atípica por la cantidad de temas que quiere denunciar, y no cae en un fango de metas sin conseguir. Cinta centrada en la temática gay, termina siendo transversal tocando varios temas. Hermanus va lento, reposado, no quiere llegar al final antes de tiempo, y esto es lo que salva a su cinta de ser una película sin alma. "Moffie" tiene alma gracias al goteo de sinuosas sutilezas que el director tiene la destreza de hacer que salpiquen el guión, con un magistral juego de los tiempos que hacen madurar la obra. 

La historia cuenta cómo en 1981, el chaval Nicholas van der Swart, interpretado sólidamente por Kai Luke Brummer, tiene que hacer las maletas y alistarse en el ejército para defender al país de los comunistas, en particular de los que venían de Angola. La acogida de Nicholas no es lo que él hubiera esperado, siendo expuesto a una violencia que nunca antes había vivido.

Todo en esta cinta tiene significado, empezando por el apellido: Van der Swart y el idioma que habla, en los que el director centra su atención en algunos momentos de la historia. Para un sudafricano tendrá más sentido que para uno de fuera, pero resumiendo, la sociedad en Sudáfrica está constituida por multitud de grupos étnicos, entre ellos los zulúes, los xhosa (con su divertido idioma), afrikáans, etc. Dentro hay varios idiomas. Entre los blancos colonizadores están los de origen holandés y los británicos creando sus propias comunidades entre sus grupos. Estos últimos, los británicos, crearon los primeros campos de concentración del mundo para meter a los de origen holandés tras ganarles el terreno. A su vez ganaron el terreno a los pueblos originarios, y no solo eso, si no que evitaron mezclarse con ellos, evitaron tratarles como iguales creando leyes distintas para negros y blancos (tambien existía la denominación "brown" pero en la cinta no se retrata) diferenciando lo que unos y otros podían o no hacer, favoreciendo descaradamente a los blancos.



Con este caldo de cultivo la cinta muestra la paradoja de un país mayoritariamente de gente negra, con un ejército únicamente formado por gente blanca. Un ejemplo es al paso de un tren repleto de militares por una estación con un hombre negro en el anden, los militares le insultan y tiran bebida, con una respuesta del hombre negro increíblemente captada por la cámara, de indignación, esperando a que esto pase de una vez...le quedaban aún 11 años de espera. 

En el propio apellido del protagonista hay otra crítica, cuando se interpelan si es de origen Holandés o Británico, así como con el idioma, predominando el Afrikáans para los malos militares de malas palabras, y el delicado inglés para los buenos de la película (curiosa casualidad que el productor es también británico). 



El protagonista es gay, pero no parece aún haberlo aceptado. Tras ver lo que les pasa a los gays que descubren en el ejército, decide esconderlo más, mostrando un claro ejemplo de lo que ocurre en la realidad en sociedades que clara y abiertamente están en contra de los gays. 

La cinta tiene un magistral flashback a la infancia del protagonista, donde públicamente un adulto intenta humillarle por haberse quedado mirando a los chicos duchándose, siendo salvado por su padre, quien termina peleándose con el otro adulto. 

Con esta y otras acciones, el director nos presenta una sociedad cerrada de mente, agresiva, que quiere la mínima mezcla con lo que es diferente a la mayoría. Cuando Nicholas ve al hombre negro y no le ayuda, se siente identificado viendo a una sociedad que está en contra de él por ser gay. Se observa la impotencia de Nicholas por no hacer nada por ayudar al hombre, impotencia por no ser esa figura protectora que fue su padre en la piscina. 

Defender lo injusto mostrando diferentes ámbitos de estas injusticias, es uno de los mayores méritos de Hermanus.

Si no fuera suficiente con situaciones fuera de la "norma general imperante", la cinta muestra a la madre divorciada que ha rehecho su vida con un nuevo marido. Muestra también a su padre, que vive solo. Parece mostrar que Nicholas no quiere estar con un padre que le invita a todo, sino con un padre que le defiende, con quien ha peleado por dejar que sea quien es. 



La conexión que el director parece intuir es respecto al final del apartheid, donde el país volvió a ser lo que tenía que ser, en este caso y simplificando mucho, el padre defensor fue Nelson Mandela.

Con un final sin definir, la cinta deja todo abierto, la mirada del hombre negro indignado, las relaciones de Nicholas con otros hombres, si realmente está a gusto viviendo con la persona que ha elegido, si el ejercito le sirvió para algo...todo ello queda abierto para que el público lo relacione en su cabeza y componga un puzle que podría relacionarlo con la situación actual de Sudáfrica, o la de su propio país, o incluso la de su propia familia. Una cinta que deja "poso", como diría aquel.

Opinión 4/5

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