Blondi. BIARRITZ 2023


La argentina Dolores Fonzi se pone el doble casco de directora y actriz para dirigir su primera película.

Una tarea, que según cuenta, comenzó escribiendo el guion y al que su pareja Santiago Mitre (director de Argentina 1985) le comentó que los guiones no se dirigen solos. Un empujón que hizo a la actriz lanzarse a una dirección bien lograda de un guiOn atípico.

La historia es la de una madre, Blondi (Dolores Fonzi) cuyo amor por su hijo adolescente Mirko (Toto Rovito) parece ser un poco extremo. Los constantes tiras y afloja que tienen debido a que el hijo quiere cortar el cordón umbilical que les une, son el eje central de esta obra.


La frescura de rodaje es contagiosa, admirable a pesar o gracias a la inexperiencia de Fonzi en el rodaje. Los actores se relajan, transmitiendo al ambiente esa misma sensación. 

Falta pegamento a la historia

La relación de los protagonistas está claramente marcada por momentos extremadamente precisos de desinhibición, como si la directora quisiera hacer respirar al público de estas conversaciones tan densas entre madre e hijo. Estos cortes son en forma de chistes sobre almorranas, o juegos en la casa. La ejecución de estos momentos no parece coherente, o fluida, se sienten forzados, al igual que toda la cinta que más bien se asimila a una serie de gags pegados unos con otros para dar una película de hora y media. 

Admitimos que algunos de los planos, sobre todo en los primeros 20 minutos, están muy bien logrados, como la llegada de los chicos al coche con cámara sujeta a la ventanilla trasera, o cuando fuman subiendo la cámara a lo alto del coche. Pero después parece relajarse, parece centrarse en cómo llegar a los 87 minutos con conversaciones de relleno y situaciones que no aportan nada al drama que supone que el hijo no pueda separarse de su madre para emprender el vuelo solo. 

La hermana y la madre están claramente para hacer un papel de clown, para que el público pueda reírse de los problemas médicos de una o de los novios y excentricidades de la otra. Sin duda un toque necesario para aligerar la cinta pero que la directora no ha sabido saltear bien y se nota revenido.

El cine argentino es sin duda uno de los punteros en América, junto con Estados Unidos y México, lideran el séptimo arte del continente. El talento de Dolores está fuera de duda, con una primera obra que ha llegado a Biarritz abriendo el festival y a Horizontes Latinos en competición, se demuestra que hay mucho talento en el país andino. Pero esta falta de experiencia por parte de la directora hace que hay una gran inmadurez de las relaciones y de los personajes, quedándose en lo superfluo, observándose desde la lejanía, hacen que no lleguemos a empatizar con los protagonistas, por muchos comentarios ingeniosos o juegos que hagan.  

Opinión: 2,7/5


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