Last night in Soho. Sitges 2021



 Edgar Wright quiere aprovechar el tirón de la actriz argentina Anya Taylor-Joy (Gambito de dama) en esta cinta que está fuera de concurso en Venecia 2021.

La cinta en su psycho thriller con toques pops, humorísticos, ambientada en la actualidad y en los años 60. Thomasin McKenzie interpreta muy elocuentemente a Eloise, una estudiante de moda que se traslada a Londres a estudiar, más precisamente al barrio de Soho. 

La peculiaridad de esta chica es que tiene visiones, ve el pasado y a gente muerta, por lo que consigue ver la vida de Sandie (Anya Taylor-Joy). A partir de aquí el director se prodiga en crear un ambiente de los años 60 magnífico, con un vestuario, luz, decorados, que hacen al público respirar el ambiente de esos locos años 60. Los intercambios de personalidades entre las dos protagonistas crea dos mundos paralelos poniendo al espectador como testigo de lo que ocurre, en la piel de Eloise quien se debate entre la realidad y sus sueños. 



Los acontecimientos se vuelven más serios, los sueños comienzan a afectar la vida de Eloise provocando a su alrededor muerte y destrucción (literal).

El director nos plantea un dilema sobre lo horrendos y atroces que son los hombres, usando para ello la metáfora de zombies con cara de monstruos que se aprovechan de Sandie sexualmente. La cinta no deja muy claro porqué Sandie no huye de su amante proxeneta ya que no parece que la tenga retenida de ninguna forma. Los abusos hacía las mujeres por parte de los hombres son constantes, tanto en la parte que toca a los años 60 como en los que toca a la actualidad, poniendo a la mayoría como "cerdos" y "depravados" que insinúan que solo quieren sexo, tanto en la figura de un taxista, un hombre mayor, el ligón de turno, el dueño de un cabaret... solo se salva un chico negro quien se salva por los pelos de una acusación de violación. Este chico recibirá las consecuencias de estar cerca de Elois, porque como decíamos, esta mujer es pura destrucción sin darse cuenta, la cantidad de muertos, intentos de asesinato, heridos y casas destruidas no es proporcional a la sonrisa angelical de la protagonista. 



Ver el Londres de los 60, más concretamente el Soho, es algo que siempre gusta, pero sobre todo a los habitantes de la ciudad que, como ya hizo Woody Allen en su película sobre Barcelona, esto siempre atraerá a turistas extras. La ambientación de los bares, las escaleras de espejos, los primeros planos donde se ve un maquillaje perfecto, hacen que el espectador se quede sentado en su butaca. Este dinamismo se pierde un poco por culpa del final al ser más que presumible, y muy de Hollywood, convirtiendo a esta cinta en un buen ejemplo de película comercial que sirve para pasar un buen rato, pero nada más.  

La apología y justificación al asesinato de hombres que se hace al final puede resultar un poco chocante, más cuando la protagonista parece aprobarlo y reconocer lo buena solución que es utilizar esta violencia. La camaradería entre mujeres hasta el extremo que dos rivales terminen compadreando, resulta un poco falso por el buenísimo reinante que quiere vender, pero como decíamos, esta película es comercial y como tal hace bien en centrarse en el público al que quiere seducir.

En definitiva, es una obra que se esperaba con atención, sin que el resultado sea espectacular, con muchas similitudes en el guión y en los actores con películas del mismo género vistas anteriormente, en particular con "the owners" donde la protagonista venía de una serie (Juego de tronos), los ofrecimientos de los propietarios de las casas de ambas cintas son los mismos, con la diferencia de que en "The owners" hay un giro final muy cautivador que no vemos en "Last night in Soho".



En definitiva, muy bien realizada, pero con escasa brillantez de sus protagonistas principales, exceptuando a  Thomasin, quienes no salen del mismo registro de miradas de soberbia durante toda la película. Un guión que trata al público como si fuera infantil y sin capacidades de observación haciendo por ejemplo un movimiento de cámara para enfocar el dinero que hay encima de la mesilla, que ya se veía anteriormente, o repetir 3 veces la técnica de ser atropellado por un coche. Estos elementos repetitivos hacen que canse al espectador ávido de novedades en los guiones.

Opinón: 3/5




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