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La directora brasileña Marianna Brennand ha vuelto a poner el foco en uno de los problemas más silenciosos y dolorosos de la sociedad: la violencia sexual contra niñas y mujeres. Inspirada por la historia que escuchó de su amiga, la reconocida cantante y activista Fafá de Belém, Brennand decidió explorar una realidad que, hace poco más de una década, apenas se discutía en Brasil: los casos de explotación sexual en comunidades vulnerables de Marajó.
“Cuando escuché sobre estas historias, supe que debía hacer algo para visibilizarlas”, comenta Brennand. Como documentalista, su primer impulso fue investigar y denunciar estas injusticias, pero rápidamente se dio cuenta de que el formato documental podría exponer a las víctimas a revivir sus traumas. “No podía poner a mujeres y niñas frente a la cámara a contar lo que habían sufrido; eso habría sido un daño adicional”, afirma. Esta preocupación la llevó a optar por la ficción, un camino que le permitió mantener la ética y la protección de los involucrados.
El resultado fue Manas, una película construida desde el respeto y la sensibilidad, con un enfoque en la experiencia femenina. Brennand buscó reflejar la violencia de manera simbólica, evitando recrear escenas que pudieran causar daño psicológico a los actores, especialmente a los más jóvenes. La protagonista es una adolescente de 13 años, descubierta tras casi un año de búsqueda. “Quería trabajar con una niña que nunca hubiera actuado antes, para mantener la autenticidad de su interpretación y protegerla de la exposición directa a la violencia”, explica.
La preparación del elenco fue cuidadosa y extensa. Brennand dedicó semanas a talleres con la joven protagonista y otras candidatas, evaluando su madurez emocional y explicando los temas del filme de manera gradual. “Hicimos todo un proceso de preparación para que pudieran comprender las emociones de los personajes sin enfrentarse directamente a las escenas más duras”, señala. La dirección simbólica permitió a la actriz expresar emociones profundas sin conocer los detalles explícitos de los abusos de su personaje, garantizando así su bienestar psicológico.
El título de la película refleja esta filosofía. Manas, palabra utilizada en el norte de Brasil como expresión de afecto entre mujeres, simboliza protección, apoyo y solidaridad. “El nombre representa la unión entre mujeres y la manera en que se cuidan unas a otras. Por eso no quise traducirlo, porque su significado es universal y poderoso”, comenta Brennand.
Más allá de la narrativa, Brennand confía en el cine como herramienta de cambio social. “El cine tiene un poder enorme para generar empatía; te permite sentir lo que otra persona siente y, a partir de ahí, cuestionarte y actuar”, asegura. Manas busca transformar al público, motivando a mujeres a hablar, a hombres a reconsiderar sus actitudes y a la sociedad en general a asumir una responsabilidad colectiva frente a la violencia de género.
Desde su estreno internacional, la película ha demostrado que la problemática no es exclusiva de Brasil. La identificación del público con la protagonista confirma que la explotación y los abusos afectan a niñas y mujeres en todo el mundo. “Es una historia que podría ocurrir en cualquier lugar, y necesitamos unirnos para protegernos y apoyarnos mutuamente”, concluye Brennand.
Con un enfoque delicado y consciente, Brennand logra equilibrar el arte con la ética, mostrando que es posible contar historias difíciles sin revictimizar a quienes las viven. Manas es un ejemplo de cómo el cine puede iluminar problemas invisibles, empoderar a las mujeres y, en última instancia, inspirar un cambio real en la sociedad.
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