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La película Left-Handed Girl, candidata al Oscar por Taiwán, ha capturado la atención de críticos y audiencias desde su estreno en el Festival de Cine de Cannes. Dirigida por She Ching, la película se inspira en un recuerdo personal de la directora: “Mi abuelo me reprendió en la escuela secundaria por usar el cuchillo con la mano izquierda, diciendo que la mano izquierda es la mano del diablo. Así comenzó todo”, confesó She Ching durante la rueda de prensa. Esta historia personal se transformó en un relato cinematográfico que combina elementos de la vida real con la sensibilidad poética de la directora.
La trama se desarrolla en los emblemáticos mercados nocturnos de Taipei, que She Ching considera “un símbolo cultural, una comunidad enorme y representativa de la vida taiwanesa”. La directora explica que la intención era que la audiencia experimentara la ciudad como lo hace un niño: “Vimos un gran potencial en convertir el mercado nocturno en un personaje de la película… Quería que la audiencia sintiera toda la luz, el color y el sonido que yo sentí”.
El productor Sean, ganador en Cannes y Oscar el año pasado con Anora, fue clave para dar forma al proyecto: “No podía confiar más en la visión de Sean… hemos trabajado juntos por 25 años y su instinto lo es todo”, señaló She Ching. La colaboración entre ambos permitió desarrollar una historia auténtica, que retrata con detalle la vida familiar y las relaciones intergeneracionales.
El filme se distingue también por sus personajes resilientes y humanos, equilibrando la comedia con el drama familiar: “Queremos mostrar todo el espectro de la vida: reímos, lloramos, peleamos y nos reconciliamos”, explica Sean. Las jóvenes actrices aportan frescura y naturalidad: Sharon, la protagonista, recuerda que su mayor desafío fue superar la autocrítica, mientras que Nina describe a su personaje como “una niña feliz, pensativa y un poco traviesa, que quiere ayudar a su familia pero se mete en problemas”.
La película, que ya ha tenido excelente recepción internacional, no solo representa a Taiwán en la carrera al Oscar, sino que también se perfila como una obra capaz de conectar con audiencias de todo el mundo gracias a su sensibilidad universal, su enfoque en la familia y su retrato vívido de la vida cotidiana en Taipei.
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