El director venezolano Jorge Thielen Armand triunfando en el Golfo Pérsico y en España. DOHA FILM FESTIVAL 2025 (DFF)
El director venezolano Jorge Thielen Armand ha conseguido algo poco habitual en el cine de su país: estrenar casi al mismo tiempo su cortometraje Pasta Negra en dos festivales situados en polos opuestos del mundo: el Doha Film Institute (20-28 noviembre, Catar) y el Festival de Aguilar de Campoo (28 noviembre-7 diciembre, España).
En Doha, donde tuvo la premiere de Medio Oriente, Thielen Armand quedó sorprendido por los inesperados paralelismos entre Catar y Venezuela. “No solo por los recursos que se explotan, sino por la historia compartida de la pesca de perlas”, comentó. El corto, adaptación del cuento Tijeras de Karina Sainz Borgo, sigue a tres mujeres y un bebé que, en la frontera con Colombia, venden parte de su cuerpo a cambio de un paquete de pasta. Un gesto extremo que condensa sacrificio y supervivencia en la crisis venezolana.
Aunque la historia transcurre en la frontera, el rodaje se realizó en los alrededores de Cali (Colombia) por razones logísticas y de seguridad. “Hay dos millones de venezolanos en Colombia; allí encontré a las actrices perfectas”, explica el director. Filmado en 16 mm, el proceso fue técnico y angustioso —“casi nos quedamos sin película”—, pero la textura del celuloide potenció la crudeza y la intimidad de la historia.
En una proyección especial en Doha, un grupo de niñas cataríes vio el corto. Sus preguntas y reacciones emocionaron al director: “Demostraron que el dolor de estas mujeres se entiende en cualquier cultura”.
Días después llegó la selección en Aguilar de Campoo, uno de los festivales de cortometrajes más prestigiosos de España. “Cada festival es un puente entre Venezuela y el mundo”, dice Thielen Armand.
Esta doble presencia —del Golfo Pérsico a la Meseta Palentina— no solo consolida la carrera del director, sino que coloca al cine venezolano en circuitos internacionales donde rara vez llega. Pasta Negra, pensada para la gran pantalla, encuentra ahora públicos radicalmente distintos que comparten la misma conmoción.
En apenas unas semanas, una historia nacida en la frontera venezolana ha viajado de Doha a Aguilar de Campoo, demostrando que el talento y la urgencia humana no entienden de distancias ni de crisis.
Aunque la historia transcurre en la frontera, el rodaje se realizó en los alrededores de Cali (Colombia) por razones logísticas y de seguridad. “Hay dos millones de venezolanos en Colombia; allí encontré a las actrices perfectas”, explica el director. Filmado en 16 mm, el proceso fue técnico y angustioso —“casi nos quedamos sin película”—, pero la textura del celuloide potenció la crudeza y la intimidad de la historia.
En una proyección especial en Doha, un grupo de niñas cataríes vio el corto. Sus preguntas y reacciones emocionaron al director: “Demostraron que el dolor de estas mujeres se entiende en cualquier cultura”.
Días después llegó la selección en Aguilar de Campoo, uno de los festivales de cortometrajes más prestigiosos de España. “Cada festival es un puente entre Venezuela y el mundo”, dice Thielen Armand.
Esta doble presencia —del Golfo Pérsico a la Meseta Palentina— no solo consolida la carrera del director, sino que coloca al cine venezolano en circuitos internacionales donde rara vez llega. Pasta Negra, pensada para la gran pantalla, encuentra ahora públicos radicalmente distintos que comparten la misma conmoción.
En apenas unas semanas, una historia nacida en la frontera venezolana ha viajado de Doha a Aguilar de Campoo, demostrando que el talento y la urgencia humana no entienden de distancias ni de crisis.
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