Eiman Mirghani: “Hice esta película como una carta de amor a un hogar que estábamos perdiendo”. DOHA FILM FESTIVAL 2025 (DFF)
La cineasta sudanesa-qatarí Eiman Mirghani (segunda por la izd. en la foto) regresó este año al Doha Film Festival para presentar su nuevo trabajo dentro de la sección Made in Qatar. Se trata de su tercer cortometraje y su segundo documental, Villa 187, una obra que nace —según confiesa— de una profunda herida personal. “Estoy muy emocionada de estar de vuelta. Este es mi tercer cortometraje y mi segundo documental”, afirma.
Un desalojo que lo cambió todo
El origen de Villa 187 se encuentra en un episodio que marcó a la familia de la directora. “Mi padre recibió la notificación de que había sido declarado redundante en su trabajo”, recuerda. La no renovación del contrato no solo implicaba la pérdida del empleo, sino también del hogar en el que la familia vivió durante más de tres décadas. “La casa donde yo nací y viví más de 30 años teníamos que dejarla inmediatamente.”
Aunque Mirghani nació y creció en Catar, su nacionalidad es sudanesa, y como muchas familias inmigrantes dependen del trabajo para mantener un permiso de residencia. La pérdida del empleo abría una grieta de incertidumbre: “No sabíamos a dónde íbamos. No sabíamos si teníamos que volver a Sudán ni si mi padre iba a poder quedarse en Catar.”
El regreso a Sudán era una opción casi imposible: “En Sudán hay una guerra y no sabíamos si podríamos volver o qué iba a pasar con nosotros.” En ese contexto de miedo, desarraigo y memoria nace el documental: “La película trata de mí intentando encontrar respuestas, mientras miro hacia atrás en los recuerdos que tuvimos en esa casa.”
Una carta de amor en forma de cine
El proceso creativo de Villa 187 fue para Mirghani una forma de atravesar el duelo. “Solo quería expresarme porque estaba con el corazón roto”, cuenta. “Mi familia y yo sentíamos que nuestro futuro era incierto y que estábamos perdiendo una parte de nuestro hogar que amábamos tanto.” Por eso, asegura, la película es “una carta de amor a ese hogar que estábamos perdiendo.”
Pese a tratar un tema sensible, la directora subraya que su intención nunca fue polemizar: “No estoy criticando; solo estoy mostrando las implicaciones de vivir en estas condiciones y cómo nos afectan emocionalmente. Cómo quiera recibirlo el público depende de cada uno.”
El apoyo y la mirada externa
La película se desarrolló dentro del Documentary Lab, dirigido por el reconocido cineasta camboyano-francés Rithy Panh. “Me apoyaron muchísimo, no solo con este film sino también con trabajos anteriores.” El proyecto pasó también por el evento profesional Qumra, primero como obra en desarrollo y este año como pieza en posproducción. “Creyeron realmente en mi proyecto.”
‘Bleaching Syndrome’: cine para sanar
Uno de los trabajos previos más conocidos de Mirghani es Bleaching Syndrome (2018), su primer documental, que indaga en el uso de cremas para aclarar la piel en Sudán. “Quería preguntar por qué la gente hace esto y qué dice de cómo nos percibimos”, explica. La directora admite que ella misma sintió esa presión: “Cuando era adolescente, me regalaron estos productos y sentí que necesitaba usarlos, y eso afectó mi imagen y mi identidad.”
Ante el tabú del tema, decidió ponerse delante de la cámara. “Fue lo único que pude hacer. Usé el cine como una forma de sanar, como mi terapia.” De ese proceso extrajo una revelación profunda: “Aprendí que naces exactamente como debes nacer y que necesitas aceptarlo.” Hoy reivindica su identidad: “He aceptado mi identidad como una mujer afro-árabe, y me aseguro de representarlo en mi trabajo.”
Una respuesta global a una herida universal
Con Bleaching Syndrome, Mirghani descubrió que su historia no era solo suya ni de su comunidad. “Mucha gente se identificó muchísimo, no solo sudaneses.” El blanqueamiento de piel es una industria millonaria presente en regiones como India, el Caribe o China. “En cada festival al que fui, la reacción fue la misma: esa sensación de ‘no soy suficiente’. Y eso me hizo sentir vista.”
Una voz afro-árabe que se abre camino
Para Mirghani, parte de su misión es ocupar un espacio que pocas voces han tenido. “No hay muchas voces afro-árabes o femeninas sudanesas. Ahora hay algunas, pero yo también quiero ser una de las que hable de temas como este.”
Con Villa 187, la directora reafirma su compromiso con un cine íntimo, valiente y profundamente humano. Un cine donde memoria, identidad y pertenencia se entrelazan para dar forma a historias que, aunque nacen de experiencias personales, encuentran eco en audiencias de todo el mundo.


Comentarios
Publicar un comentario