Train Dreams: la vida de un hombre común en tiempos extraordinarios

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  El pasado 25 de noviembre de 2025 se celebró la rueda de prensa de Train Dreams , la película de Clint Bentley que sigue a Robert Grainier , un hombre corriente del Oeste americano a principios del siglo XX. Trabajador jornalero y golpeado por la muerte de su familia, Robert debe adaptarse a un mundo cambiante y extraordinario , enfrentando la soledad, la pérdida y la necesidad de reconstruir su vida. La película cuenta con un reparto encabezado por Joel Edgerton, Felicity Jones, William H. Macy y Kerry Condon , con cinematografía de Adolpho Veloso .

Entrevista a Ciro Guerra, director colombiano de “El abrazo de la serpiente” en Seminci 2025


El director colombiano Ciro Guerra se ha consolidado como una de las voces más potentes y singulares del cine latinoamericano contemporáneo. Con El abrazo de la serpiente (2015), nominada al Óscar y con múltiples premios en Cannes, Sundance o Lima, abrió un diálogo global sobre el colonialismo, la pérdida de la sabiduría ancestral y la devastación ambiental. Casi una década después, su película conserva una fuerza y una vigencia conmovedoras. En el marco de la 70ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) —que se celebra del 24 de octubre al 1 de noviembre de 2025—, Guerra conversa sobre la actualidad de su obra y sobre el papel del cine como herramienta para repensar nuestra relación con el planeta.

El abrazo de la serpiente se estrenó hace casi diez años, pero sus temas —el
colonialismo, la pérdida de la sabiduría ancestral, la devastación ambiental— siguen
siendo urgentes. ¿Cómo ves hoy la película a la luz del momento que vivimos, con el
auge de los discursos decoloniales y la crisis climática?

La lucha que se describe en la película no es un asunto que pertenezca a un solo
momento determinado. Es una lucha sin tiempo, que atraviesa todas las épocas de
la humanidad, y cuya urgencia y gravedad sólo puede agudizarse a medida que nos
aproximamos a un punto de no retorno.

La película confronta la mirada del explorador occidental con la del chamán
indígena. ¿Cómo lees hoy ese diálogo —o choque— entre formas de conocimiento,
especialmente al presentarla aquí, en España, en una ciudad como Valladolid, tan
cargada de historia?
Creo que los encuentros que narra la película propiciaron un cambio de mentalidad,
una nueva forma de ver el mundo que hace un siglo era impensable y que hoy
permite que por lo menos haya debates e intercambio de ideas sobre cómo mejorar
nuestra relación con el mundo natural, y sobre sanar la herida colonial. La única
esperanza es que no sea demasiado tarde.

Si el chamán Karamakate pudiera mirar hoy el mundo, ¿qué crees que diría sobre
nuestra relación con la memoria, la naturaleza y la historia?

Diría lo mismo que dicen hoy los cientos de pueblos originarios que siguen luchando
y enfrentándose al arrasamiento del territorio y al etnocidio continuado en toda
América. Su mensaje no es el de un solo individuo; es el de un conocimiento
compartido y multicultural que desde siempre ha entendido que el ataque a la tierra
es un ataque a nosotros mismos, un suicidio ciego guiado únicamente por la
avaricia, y que puede ser detenido en cualquier momento. Lo único que se necesita
es la voluntad y la valentía para hacerlo.

Es tu primera vez en la Seminci —¿qué significa para ti estar en este festival con
tanta historia, en su 70ª edición?

Sé que es un festival con mucha historia, que ha sido generoso con el cine
latinoamericano y con el colombiano en particular, y me alegra mucho que estos
espacios de diálogo y convergencia logren sostenerse en el tiempo. Agradezco que
hayan programado nuestra película y espero eventualmente poder visitar el Festival
y la ciudad, que me parece fascinante.

Valladolid fue durante siglos un centro del poder imperial español, y ahora acoge
una película que cuestiona las consecuencias de esa historia, dentro de la sección
Dos Orillas: Un eterno debate – La controversia de Valladolid. ¿Sientes que
presentarla aquí tiene un valor simbólico especial? ¿Cómo crees que el público
español, y particularmente el de la Seminci, puede dialogar hoy con las heridas y
reflexiones que plantea El abrazo de la serpiente?

La verdad, he sentido que el público más reticente que he encontrado ante la
película es el público español. Tiene sentido, es una historia que hurga en aspectos
del pasado que no son los más agradables. Pero lo importante al explorar esta
historia no es buscar venganza o culpables, los pueblos originarios lo tienen muy
claro. No tenemos porqué heredar la violencia que ejercieron nuestros ancestros.
La esperanza es que nos podamos reconocer en esa historia compartida y aprender
de ella, no repetir los errores, poder mirar hacia un futuro que todos construimos
conjuntamente, con cada una de nuestras acciones. Lo importante es lo que viene,
el pasado ya fue, no podemos cambiarlo. El futuro sí está en nuestras manos.

Tu cine ha ayudado a poner el foco internacional en las voces y territorios olvidados
de América Latina, como ocurre en esta película o con la Guajira en la maravillosa
Pájaros de Verano”. ¿Cómo ves el papel del cine latinoamericano o colombiano
actual en la creación de narrativas que conecten y den a conocer las identidades
locales a audiencias globales?

En un momento en el que el cine como lenguaje pareciera estarse agotando, donde
la mayoría de lo que vemos es una regurgitación de lo que se hizo hace 4 décadas,
creo que se vuelve necesario voltear la atención a aquellas voces que no han sido
escuchadas. Es claro que como sociedad necesitamos un cambio de rumbo, un
nuevo paradigma. El cine puede prestarnos nuevos ojos, una nueva forma de ver el
mundo. Hay muchas formas de existir como humanos, la nuestra no es la única ni la
mejor, esa es la búsqueda que más me interesa.

A casi diez años de El abrazo de la serpiente, ¿cómo ha cambiado tu forma de
entender el acto de filmar, especialmente en un momento en que las imágenes se
producen y consumen de manera tan acelerada? ¿Qué te inspira hoy como narrador
y qué temas te siguen obsesionando cuando piensas en el futuro del cine
colombiano?

Es un momento difícil para narrar, especialmente si te interesa la complejidad. La
imaginación ha sido temporalmente secuestrada por algoritmos, que encuentran en
los discursos de odio su principal combustible. Es el momento del que más grite, del
que sea capaz de decir la atrocidad, la mentira más grande sin sonrojarse. En ese
contexto, el humilde acto de buscar la verdad y cómo expresarla, en medio del
basural en que se ha convertido el discurso público, es un reto cada vez mayor.

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