Mantícora. TORONTO 2022

¿Es posible hacer una película sin música?. La banda sonora en una película parece necesaria para mantener la atención del público, pero en este caso, Carlos Vermut nos muestra en 115 minutos que esto no es cierto. 



Silencio, bendito silencio 
Lo mejor de la película no es que haya música, es que, en muchos casos, hay un absoluto silencio, sin falsas pretensiones de naturismo moderno, en el que el sonido ambiente de la calle, ensordece y enmudece los diálogos.

La película de Vermut es un bálsamo para el espíritu, donde no hay que tener prisa, si bien se podría denominar de película "lenta", es una lentitud al ritmo necesario y preciso para comprender la situación y los caracteres.

Naturalidad y dinamismo
Se da una paradoja y es que, en este tipo de películas donde se prueban técnicas "novedosas", como puede ser no usar sonido o música, haya creado unos guiones tan naturales, unos diálogos creíbles, una forma de hablarse y de actuar empaticos. Sorprende mucho ya que estamos acostumbrados a que en la Nueva Ola del cine, se exagere lo que debería evitarse, es decir, actuaciones faltas de naturalidad, o sonidos ambientales fuera de lugar.

La cinta nos cuenta la historia de Julián, un Nacho Sánchez formidable, quien es diseñador de bestias para videojuegos, su vida es la de un chico retraído, sin salir de su casa y al que le cuesta socializar. Poco a poco se va abriendo a una chica que conoce, Diana (Zoe Stein). 
Todo se trunca cuando su empresa descubre algo que no debía haber hecho. Aquí vemos parte del sello Vermut, con unos giros de guión inesperados, ya vistos en "Quién te cantará" o "Magical girl".

Consecuencias de ni perdón 
La paradoja sobre el perdón y el sentimiento de culpabilidad aparecen aquí, claramente definidos en varias ocasiones,  en ninguna de ellas se llega a aclarar cuál es la respuesta correcta, qué hacer ante la repugnancia, o qué hacer ante el dolor ajeno. La cinta evoluciona según los acontecimientos van acaeciendo, llegando al punto de no retorno, donde el espectador tiene claro que algo fatal está a punto de pasar.

Los monstruos y bestias que pinta Julián son los mismos que pintaba Goya, reflejan a la sociedad, no solamente de la época del siglo XIX, sino, en ocasiones, a la actual. A partir de este punto, nos damos cuenta de que la película tiene un carácter fuerte, que tiene personalidad, ya que consigue tumbar los tabús que hay sobre ciertos aspectos que las películas españolas no suelen tocar, al contrario que ocurre con películas francesas hablando del racismo, la falta de integración, pedofilia o canibalismo.

¿Cine español sin sexo?
 Vermut muestra una sorprendente falta de secuencias de sexo, comparado con lo que estamos acostumbrados en películas españolas. Por el contrario, nos dan una buena dosis de delicadeza y sensibilidad, potenciado por la falta de música, que hace que el espectador tenga otro tipo de sentidos más desarrollados.

En ocasiones la cinta parece una lista del "top Ten" de cosas hacer en Madrid, como puede ser ir al Museo del Prado, tapear, ir de cañas o simplemente callejear por las calles de Madrid.  La naturaleza con la que el director graba las escenas consiguen calar en el espectador, sin que parezca un folleto turístico, como ocurrió en otras películas de Woody Allen o Jonás Trueba.

La cámara como los ojos del espectador
Como muestra de la relevancia del silencio, tenemos las escenas del Museo del Prado, donde nos sorprende enormemente la falta de sonido, un silencio sepulcral, que es el realidad lo que uno escucha cuando está en ese museo, eliminando los edulcorantes innecesarios, y aunque estas escenas puedan sentirse excesivamente largas, el objetivo de calar en la mente del espectador lo justifica. 

En la escena del la discoteca ocurre al contrario, al tener música en el ambiente, no se escucha lo que dicen los protagonistas, haciendo que la cámara sean los ojos y oídos del espectador, un realismo que hace temblar por lo magistralmente logrado que está.

Hablando de realismo, se supone que en la realidad virtual se puede hacer lo que se quiera, pero la película demuestra que no es así, en la realidad virtual también existen tabúes e impedimentos puestos por el propio ser humano. Quizás el único sitio de libertad sea la propia imaginación.

Una película con carácter, que desafía no solo los tabúes de la sociedad actual, sino también el gusto general de los espectador, lo que da una perfecta ocasión de dejarse sorprender.

Opinión: 4,3/5


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