Marygoround, 4,8/5. Gijón 2020

Una película maravillosa que me ha hecho soñar los 80 minutos que dura, de la directora polaca Daria Woszek, en competición.

La directora nos cuenta de forma loca y divertida, la historia de María, interpretada de forma hipnotizante por Grazyna Misiorowska, una mujer de 50 años que trabaja en un supermercado y que es virgen. Partiendo de esta premisa la directora muestra el día a día, con un jefe que la pretende, su casa llena de estatuas de vírgenes María y compartiendola con su sobrina, quién es todo lo contrario a ella sin parar de estar con hombres y salir de fiesta.

Desde la primera secuencia en el supermercado, el espectador se da cuenta de que se tiene que acomodar en su sitio para disfrutar de esta película. Está rodada de una forma deliciosa, utilizando la fantasía propia de un niño para dar es aspecto mágico a la cinta. 

Hay que felicitar al equipo de casting porque los personajes están increíblemente caracterizados, en algunos casos llegando a la caricatura exagerada, pero parece que la directora lo ha hecho adrede: sabe que nos damos cuenta de esa exageración y continúa usando esa licencia.

Tras los planos milimétricamente creados con escuadra y cartabón, se encuentran miles de micro detalles, algunos locos, para hacer que la cinta tenga peso y se quede en el subconsciente: una llama en el jardín, los gorros del jefe que aparecen en distintas escenas, María hablando tras la cortina transformado el velo temporal, el encendido del mechero pistola, las plantas de una persona sola, sin pasar por alto el Ecce Homo que tiene la protagonista en su casa. Este Ecce Homo es el original famoso de Borja y en una secuencia se convierte en un fantasma. En esta ocasión fue solo una alucinación, pero el espectador puede pensar que la directora ha hecho un guiño a propósito. 

Lo que está claro es que el cine Polaco está en gracia y esta es uno de sus más claros ejemplos. Otros son "I never cry" o "Mosquito State".
En este caso el ingenio polaco se transforma en un orgasmo de luz, color y música, utilizandolos de forma magistral, como se observa con la lámpara parpadeando y la virgen apareciendo y desapareciendo. Incluso los silencios los clava y los pone exactamente dónde tienen que estar con la duración precisa.

Esta película me crea dos dudas:
La primera, si un guión con la siguiente frase: " Pitoniagra, despierta a la pitón", podría llegar a ganar el gran premio de algún festival?. 
Y segundo, cómo puede darse la paradoja qué tratandose de un guión que se centra en la virginidad de una mujer de 50 años, sea una de las películas donde más orgasmos hay: de colores, culinarios, de libertad, y con un final apoteósico y orgasmico?.

La película es un canto al carpe diem, de vivir lo que tienes y no dejarse intimidar por el qué dirán, para mostrarnos esto la directora crea la escena de la televisión con hombres musculosos y sin camiseta, siendo vigilados y juzgados por las estatuas de vírgenes que están en las estanterías de detrás. 

Pasado los tres cuartos de la cinta, parece que el guión pierde fuerza y observamos acciones incoherentes durante la cena. Lo sorprendente es que este bajón está hecho a intención para coger fuerza para el trepidante final lleno de adrenalina dónde nos sentimos totalmente identificados con la protagonista y con su nueva actitud. 

Para finalizar, uno de los mensajes más interesantes es el de hacer más caso a la realidad y no tanto de los sueños infundios e imposibles,  una frase de la cinta lo resume perfectamente : "quién nunca toca la tierra nunca alcanzará el cielo".

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