The Saint of the Impossible. Miami 2021


Curioso que un suizo haga una película de peruanos en Nueva York. Esta mezcla que en principio tiene pintas de salir un experimento fallido, el director suizo Marc Raymond Wilkins lo lleva al terreno de la maestría, como si él mismo hubiera estado en la piel de los jóvenes peruanos de quien trata la película. Seleccionada en el festival de cine de Miami del 2021.



La cinta narra la vida de una madre Raffaella (Magaly Solier) y sus dos hijos peruanos Tito (Adriano Durand) y Paul (Marcelo Durand) , que viven como pueden en Nueva York. Ellos tienen un trabajo de repartidor en bicicleta compaginado con las clases de inglés, dónde son de lo más aplicados comparados con los compañeros que se duermen en los pupitres y que van por que les obliga la visa (posiblemente de estudiantes).

La madre tiene ganas de divertirse y de vez en cuando liga con algún cliente de los que frecuentan el restaurante donde es camarera. Hasta aquí todo bien, hasta que ella conoce a un hombre suizo Ewald (Simon Käser), un poco irritante. Y los chicos conocen a una chica de Croacia, Kristin (Tara Thaller). Aquí, como dicen los protagonistas, el amor hace hacer tonterías y todo lo estropea.




Esta cinta empieza floja, no parece que tenga mucho que contarnos a parte de enseñarnos bonitas imágenes de Nueva York. Pero a medida que avanza va cargándose de peso, de material para hacer pensar al espectador, y poco a poco vamos empatizando con los dos hermanos. El director nos muestra lo complicado que es vivir en un país que no es el tuyo, y más aún cuando hay esa brecha o shock cultural entre los estadounidenses que no tienen puño de acero pero piel de seda, con la de los hispanoamericanos que es todo lo contrario, aguantan mucho y exigen poco. Esto se ve claramente en multitud de ejemplos dentro el a cinta, cuando el protagonista es atropellado por un vehículo y se lleva la bronca de la conductora, o cuando Raffaella limpia el vómito de un bebe en el restaurante viendo que está solo y la madre le espeta bruscamente que no toque a su hijo. Continuamos con el novio de Raffaella que aunque suizo, lo podemos considerar con la misma mentalidad que los estadounidenses, al apropiarse de la casa y poner el negocio en ella. O quemarle el brazo a Kristin con un cigarrillo por dejar al estadounidense de turno en "ridículo".



Una relación curiosa es la de los hijos y la madre, donde se invierten los papeles siendo los niños los que cuidan a la madre, espantan al novio para que pueda dormir la madre y despertarse pronto para trabajar, etc. En este caso ellos son los que, sintiendo amor por la madre, la cuidan. Pero cuando aparece otra chica de la que se enamoran, ellos empiezan a alejarse de la madre, teniendo ya una sustituta en sus cabezas. La vida alocada de la madre puede cuadrar por el cambio de cultura, y la libertad que siente ahora que quizás en su Perú natal no tenía. La actriz Magaly Solier que interpreta a Raffaella, tiene un papel sutil pero estelar, sin llegar a sobreactuar en ningún momento, se mantiene siempre en ella misma, ignorando completamente a la cámara y dando uno de los papeles más realistas que he visto últimamente, dentro de ese papel de madre risueña, cansada por la situación, pero con ganas de descubrir y aprovechar la vida. Un detalle curioso es cuando el novio suizo se refiere a Raffaella, diciendo la madre con hijos más sexi, como si eso fuera un valor y no la personalidad de Raffaella, cuando los hijos intentan hacer ver que están cansados de que la llame así, el suizo continúa con su mismo discurso sin cambiar nada, y es que como decíamos arriba, parece que algunos pueden ser unos ofendiditos pero luego ellos mismos no respetan al resto. De hecho, la frase de la película la dice la madre: "your superiority makes me sick".




Los hermanos, también en la vida real, Adriano Durand (Tito), Marcelo Durand (Paul) deslumbran por su frescura y como pasa con Magaly Solier, tienen una forma muy sutil de actuar que obliga al espectador a tomar 40 minutos para habituarse a su sutileza y adorar su actuación, viendo la brillantez de su frescura. Tanta frescura para la situación lamentable que tienen que sufrir, y es que como decía su madre y Kristin, hay que pagar un precio por el amor, y en su caso es un precio muy alto.



 El director nos envuelve en toda la película con referencias a secuencias pasadas, para mostrar el peligro de enamorarse, pero también muestra pequeños detalles como la llama, el animal en el que se convertiría Kristin, porque podría escupir. Vemos al final una llama y los hermanos preguntándose si lo del animal era porque ellos eran peruanos. Todo muy bien hilado por este Suizo, que curiosamente no deja muy bien parado a su compatriota de la película.



Opinión: 3,8/5



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