Hotel Coppelia. Miami 2021


El dominicano con mejor perfil de Wikipedia del mundo, José María Cabral, nos trae en su preciosa pero dura nueva película, la guerra civil dominicana del 65, tratado valientemente por mujeres actuando en todos los campos posibles. Seleccionado por el festival de Miami 2021 y que pronosticamos que dará mucho que hablar en otros festivales.



Cabral es uno de los directores dominicanos más conocidos, nos atreveríamos a decir el más conocido. Ya pudimos ver hace poco una de sus películas más importantes como "Carpinteros" en el festival de Cine Latino Toulouse ganando un premio (CCAS), o de Guadalajara donde ganó 3 premios.


Hotel Coppelia tiene una gran producción, lo que aprovecha para meter en escena coches de época, vehículos militares, gran numero de secundarios y extras...para narrar la historia real de la guerra civil en la República Dominicana. Quizás sea obvia para los dominicanos, pero para los de afuera nos vendría bien una aclaración: la guerra civil también es conocida como la Guerra de Abril, la Revolución del 65. Inició cuando seguidores civiles y militares del presidente electo por votación popular Juan Bosch, derrocaron al presidente Donald Reid Cabral. El golpe de estado llevó al general Elías Wessin y Wessin a organizar militares leales al presidente Reid Cabral, iniciando una campaña contra los llamados rebeldes constitucionalistas. Alegaciones de apoyo extranjero a los rebeldes conlleva a una intervención estadounidense en el conflicto, que después se transformó en una ocupación de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en el país. Más tarde en el mismo año las tropas internacionales se retiraron del país. Se realizaron elecciones en 1966, en las cuales Joaquín Balaguer fue elegido presidente, al que llamaban el Caudillo y fue presidente en 3 ocasiones diferentes. Balaguer era opositor a Bosch a nivel político, aunque recibieron juntos el premio nacional de literatura en 1990.



La obra trata como las mujeres de un hotel, que ejercían la prostitución en él, con una Madame, Judith (Lumi Lizardo) que las explota, intentan sobrevivir tanto antes del golpe de estado, como cuando el hotel fue ocupado por los revolucionarios con los que pactaron, y después por los estadounidenses. En toda la trama, Judith intenta negociar con cada ocupante, para sacar el mejor partido para ella misma. Las escenas se suceden en una serie de abusos de los militares, primero dominicanos y luego estadounidenses, de las mujeres que se prostituyen y de las circunstancias que trae el tener un arma en las manos.



Esta cinta está protagonizada por mujeres, todas ellas tienen las riendas de la historia, con el aborto provocado salvajemente de una de las protagonistas (Cyndie Lundy), los deseos de sacar a su marido de la carcel, el hacer hijo a un niño mudo abandonado, el deseo de cambiarse de sexo para que no le vuelvan a llamar por su nombre masculino... El director ha metido a una combatiente femenina, convirtiéndola en la heroína de todos los revolucionarios, y con la que una de las chicas del hotel (Nashla Bogaert) tiene un idilio. Sabiamente el director intercala una historia de amor entre dos mujeres en medio de una guerra civil, algo que para mí es la primera vez en pantalla, y siempre estamos agradecidos de encontrar guiones frescos que aporten ideas nuevas.

Hablando del guión, Cabral es también quien lo escribe, muestrando el alto grado de madurez con detalles constantes a lo largo de la cinta que hacen que el espectador se quede pegado al asiento llegando a tener una gran intimidad con la cinta, reconociendo las habitaciones y las situaciones dentro de su memoria. Cuando esto ocurre, el director se ha ganado a su audiencia y puede mostrarles lo que sea, que lo creerán. Ejemplos de esta amalgama del guión son las imágenes iniciales del caballito de mar, donde vemos a la protagonista recogiéndolo en el mar y unos minutos después, tras varias escenas míticas, depositándolo en un jarrón. Las escondrijos del hijo, o el deseo de convertirse en mujer de una protagonista (Jazz Vilá), hacen que a lo largo de la narrativa, el espectador vaya tomando sus píldoras de conocimiento pausadamente, para que al final la cinta tenga sentido completo. 



La cinta puede pecar de exceso de utilización de un filtro marrón que en ocasiones resulta empalagoso, el director lo usa para poner un velo de pasado. El punto que sorprende y muestra la maestría que puede llegara a tener este director, es la escena final, una escena en la que el filtro cambia, sin mostrar gran cosa, ese cambio de filtro dice tantísimo que no queda otra que reverenciar a este director que con esta película nos ha vuelto a capturar la mente durante  113 minutos. 

Una historia que no solo nos puede hacer aprender algo sobre un país Iberoamericano, si no que nos muestra a mujeres luchadoras, sufridas, enamoradas, con deseos, con ambiciones, pero que son tratadas como sirvientas, de forma invisible como llegó a definirse una de las protagonistas cuando está sirviendo a los soldados de Estados Unidos. Soldados que son americanos, al igual que las chicas del hotel o los revolucionarios, que también son americanos. Sorprende, como dato curioso, el hecho de que los protagonistas dominicanos que no aceptan a los Estadounidenses, les llamen americanos concediéndoles así el beneplácito de reducir todo el continente americano a la casa de estos y entrando de lleno en su juego dialéctico. Siempre fascina y sorprende a los europeos las formas que tienen de llamar a los Estadounidenses los protagonistas de películas y series latinoamericanas.


Opinión: 4,2/5


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