No hay camino. FIPADOC 2022




Heddy Honigmann es una directora de cine nacida en Perú, pero que ha vivido casi toda su vida en Holanda

Tanto el MoMa de Nueva York, como el Pompidou de París, han organizado retrospectivas sobre su vida.

En Biarritz está presente en FIPADOC 2022 en una sección homenaje a su figura.



En "No hay camino" la directora se dirige a ella misma en una fase avanzada del cáncer que aún la deja caminar, aunque con dificultad. Nos muestra su Lima natal, visita los sitios que la recuerdan su infancia y recibe la visita de compañeras que hablan de ella y de su obra. Una de estas obras que más marcaron fue "Metal y Melancolía" de 1994, donde retrata la vida de los taxistas de Lima de forma exquisita y con humor. 

La vida de una persona de origen judío cuyos antepasados tuvieron que huir de Polonia a Perú, pero que con el paso del tiempo, ella deshizo el viaje volviendo a Europa. Cuando se habla de Heddy no queda claro si lo hacemos de una persona peruana u holandesa. En el documental se alterna el holandés con el español, la forma de ser concisa y directa de holanda con la melodía dulce y relajada de la forma de ser de los peruanos. Vivir a caballo entre dos culturas provoca quizás que las obras que se realicen se nutran de lo bueno de ambos mundos.




Heddy nos enseña también su perseverancia para conseguir hacer un buen film, insistiendo machaconamente para que la dejen rodar unos planos de lo que fue su casa. Un hábito, el de insistir, necesario para un trabajo como el del cine donde hay que contar con la voluntad de muchas personas. 

Si bien el film se vuelve un poco pasteloso en algunos momentos como el recital de su amiga en inglés, delante de la estatua de Cesar Vallejo (quien es más conocido aunque Heddy), los momentos de historia familiar hacen que se rebaje el nivel de glucosa de la obra.

 




La realidad es que en los países anglosajones se tiene como regla hacer un documental sobre la vida de un cantante famoso, o cineasta. Mientras que en los hispano-parlantes se obvia esto, como si se tuviera la idea de que el arte o los artistas son efímeros, sin necesidad de que se tenga que recordar. Desde el punto de vista peruano un documental como este podría parecer pretencioso, mientras que desde el holandés es lo mínimo que una figura como la de Heddy se merece. El valorizar más la cultura sin llegar a alabanzas vacías y siempre a los mismos personajes, es algo que debería empezar a convertirse en habitual. El hecho de que se realicen documentales sobre temas locales como la nueva arquitectura andina, o que la candidata a los Oscar sean películas tan locales y universales como la de Henry Vallejo, por ejemplo, denota que este pudor por vender lo suyo empieza a relajarse, y es que ser un poco chovinistas nunca le ha venido mal a la cultura.

Opinión: 3/5




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