Pedro Waddington, Thiago Voltolini y Rebeca Diniz, equipo de Precisamos Falar en el festival de Biarritz 2025
En premiere Internacional en el Festival de Biarritz 2025
La película brasileña Precisamos Falar, dirigida por Pedro Waddington y Rebeca Diniz, tuvo su estreno mundial en el Festival de Biarritz 2025. Se trata de una nueva adaptación de la célebre novela del escritor neerlandés Herman Koch, Het Diner (La cena), que desde su publicación en 2009 se ha convertido en un fenómeno internacional con múltiples versiones teatrales y cinematográficas.
Los directores hablan de los desafíos de adaptar un libro tan conocido, de darle un sello brasileño y de cómo el filme refleja tensiones familiares, políticas y sociales en la actualidad.
La novela de Herman Koch ha sido adaptada en distintos países. ¿Cómo fue el proceso de encontrar una mirada propia para Precisamos Falar?
Rebeca Diniz:
Creo que lo más importante para mí fue traer la realidad de la novela al cine desde nuestra perspectiva y para todas las edades. En Brasil vivimos una presión muy fuerte relacionada con la diferencia económica, algo que nos marca como país en desarrollo. Ese tema del privilegio está muy presente en la historia y quisimos trasladarlo a la pantalla.
El filme muestra cómo familias privilegiadas intentan resolver problemas al margen de la justicia. Eso es un espejo de nuestra realidad: la colonización extrema que vivimos y la desconexión de las élites con el resto de la sociedad.
Pedro Waddington:
Sí, la historia ya había sido adaptada en al menos cinco países. Por eso nuestro desafío fue encontrar lo particular de Brasil. En el guion hicimos cambios para que el relato se convirtiera en algo más nuestro. Al inicio la idea era que cada uno dirigiera una parte, pero pronto entendimos que no tenía sentido dividir el set: queríamos una sola película, no dos. Fue un proceso complejo, pero logramos llegar a un producto único.
En la novela, todo gira en torno a una cena en un restaurante. ¿Qué cambios hicieron ustedes en la estructura?
Pedro Waddington:
El libro original se centra en una sola cena, desde el punto de vista de los padres. En nuestra versión extendimos la narrativa a tres días, lo que genera mayor tensión dramática y nos permitió incluir a los jóvenes en la discusión. Nos interesaba mostrar no solo el reflejo de los padres en los hijos, sino también de los hijos en los padres.
El protagonista, Michel, ¿cómo lo abordaron sin reducirlo a un villano?
Thiago Voltolini:
Mi primer contacto fue con el libro, luego con la versión de Hollywood. Allí parecía casi un psicópata o sociópata. Pero no quería limitarlo a un diagnóstico clínico. Ese chico existe en la vida real: es producto de su familia y de un contexto social. Para mí era fundamental humanizarlo, mostrarlo como alguien real, no como un “monstruo” plano.
¿Qué elementos hacen de Precisamos Falar una adaptación específicamente brasileña?
Rebeca Diniz:
El Michel de nuestra historia es también el resultado de un país con profundas desigualdades, con familias que viven en mundos protegidos y sobreprotegidos. En Brasil, los jóvenes suelen permanecer en casa de los padres hasta los 30 o 35 años. Esa ruptura tardía entre madre e hijo fue central en nuestra visión.
Además, Internet juega un papel crucial. Es un espacio de contacto e influencia enorme sobre los adolescentes, y creemos que esa es una marca muy brasileña de la película.
¿Cómo se relaciona el filme con el momento político y social de Brasil?
Pedro Waddington:
Aunque la historia fue escrita antes, dialoga directamente con la polarización y el discurso de odio que vivimos hoy. No queríamos etiquetar a los personajes como de derecha o izquierda; más bien nos interesaba mostrar cómo la educación, más o menos humanista, repercute en los hijos. La película evita el blanco y negro: no todos los padres violentos generan hijos violentos, ni al revés.
Rebeca Diniz:
Para mí, la película invita a reflexionar sobre nuestros límites éticos y morales. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por nuestros hijos? ¿Hasta dónde mantenemos la rectitud? Es una discusión dolorosa, pero necesaria, sobre los privilegios y las desigualdades que atraviesan a Brasil.
La novela de Koch ha sido leída como un thriller psicológico, pero también como sátira social. ¿Cómo lo ven ustedes?
Pedro Waddington:
Intentamos mantener esa doble dimensión. Hay drama y tensión, pero también humor. Observamos otras versiones, como la coreana, que nos pareció cercana a la nuestra en términos de estructura. Pero nuestro aporte fue abrir espacio para los jóvenes y para la reflexión sobre la era digital.
Creo que cuando el público vea la película, sentirá la misma preocupación que nosotros: ¿qué pasa en ese mundo virtual tan silencioso y a veces incomprensible? Incluso yo, siendo joven, me sorprendo de no entender del todo esos caminos. Ese contraste fue vital para darle vida a nuestra versión.
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