Kurdistán se abre al cine internacional: la visión de Bavi Yassin en el Red Sea IFF y el SOUK
El cine saudí está viviendo un momento histórico. En pocos años, la industria ha pasado de ser casi inexistente a convertirse en un espacio vibrante para nuevas voces, donde los jóvenes actores encuentran oportunidades únicas para crecer y experimentar. El Red Sea International Film Festival (Red Sea IFF) se ha consolidado como el escenario principal de esta transformación, mostrando el talento emergente y el papel esencial del cortometraje en el desarrollo del cine nacional.
Entre estos jóvenes talentos destaca Salman Alaboudi , quien este año participa en tres cortometrajes del festival: Jareesh Salam , Azur y The Man Who Stumbled by His Words . Su experiencia refleja la combinación de preparación académica y práctica profesional que caracteriza a la nueva generación de intérpretes saudíes. Alaboudi confiesa con entusiasmo que "Es mi primera vez en el Mar Rojo... y qué mejor forma de empezar: estoy en tres películas. Tres cortos. Nunca me imaginé que pasara tan rápido" , mostrando gratitud por estas primeras oportunidades.
Para los jóvenes actores, los cortometrajes no son simplemente proyectos breves: son laboratorios de aprendizaje y exploración creativa. Permiten experimentar con diferentes registros, estilos y temáticas, en un país donde hace pocos años no existían estudios, escuelas de cine ni circuitos de exhibición consolidados. En palabras de Alaboudi, "Ser un gran intérprete es un proceso de toda la vida. No puedes decir 'ya estoy bien'. Nunca. El aprendizaje no se detiene" , enfatizando la importancia de la práctica constante y la formación continua.
En Jareesh Salam , apoyado por AFAC y Netflix, Alaboudi trabajó con la directora Tala Alharbi en un proyecto enfocado en el empoderamiento femenino. "Tuve la oportunidad de trabajar con la directora Tala Alharbi. Fue una gran experiencia, un proyecto importante para el empoderamiento de mujeres en el cine", afirma, subrayando el impacto del proyecto en su carrera.
En Azur , rodado parcialmente en Cannes durante su estancia académica en Francia, vivió la experiencia de filmar en un entorno internacional. "Viví en Francia nueve, diez meses. Estuve estudiando allá. Y tuvimos la oportunidad de filmar en Cannes… fue increíble", recuerda, reflejando la combinación de estudio y práctica profesional.
Finalmente, en El hombre que tropezó con sus palabras , su participación nació de un encuentro casual con el director Mubarak Zawba. "Me encontré con el director, Mubarak Zawba. Me contó la historia y le dije: 'sí, hagámoslo'. Es un gran director y una gran persona", comenta, destacando la importancia del vínculo personal y creativo.
El Red Sea IFF, además de exhibir cortometrajes, funciona como un motor de profesionalización . Programas como New Saudi Voices y las iniciativas de apoyo a cineastas emergentes han abierto puertas para que los jóvenes actores se conecten con la industria global, desarrollen redes profesionales y accedan a oportunidades internacionales. Alaboudi lo resume claramente: "Si no lo haces ahora, ¿cuándo? Todo está cambiando tan rápido. Arabia Saudita es ahora 'la tierra de los sueños'. Un ingeniero puede convertirse en actor si realmente quiere hacerlo".
Su historia refleja también el paso de la ingeniería al cine, motivado por la búsqueda de realización personal. "Tenía un trabajo estable, ganando bien… pero a veces el dinero no basta. La realización personal también importa", confiesa, mostrando el valor de seguir su vocación.
Los cortometrajes son más que ejercicios de narrativa: son manifiestos creativos , herramientas de formación y la puerta de entrada a la proyección internacional de los jóvenes actores saudíes. En palabras de Alaboudi, "El cielo es el límite... y quizás no. Arabia Saudita está construyendo algo grande, y ser parte de esto ahora es un privilegio", cerrando con la certeza de que su generación está transformando la industria desde sus cimientos.
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