Ugo Bienvenu: “Quería hacer un abrazo a la humanidad” en Annecy 2025
Con una voz suave, mirada reflexiva y un español sorprendentemente natural, Ugo Bienvenu recibe a la prensa en el Festival de Annecy, donde presenta Arco, su nueva película de animación seleccionada para competir en la sección oficial. Su dominio del idioma, lejos de ser accidental, tiene raíces profundas: “Viví en Guatemala de los 3 a los 6 años. Después fui a Chad, y más tarde viví en México durante unos cuatro o cinco años”, recuerda. En esos años formativos, el futuro director ya comenzaba a forjar su sensibilidad cosmopolita.
La historia de Arco comenzó hace cinco años, cuando Bienvenu envió los primeros bocetos a su amigo y colaborador Félix Augivry. “Él ha sido mi compañero desde el inicio. Empezamos escribiendo juntos, luego desarrollamos el storyboard y buscamos el lenguaje visual de la película”, explica. Lo que comenzó como una aventura entre dos amigos creció hasta convertirse en una producción parisina con más de 300 personas involucradas.
Ugo habla con la calma de quien ha hecho las paces con su propio trayecto creativo. Su formación fue tan diversa como meticulosa: estudió desde los 15 años en la escuela Estienne, luego ilustración, animación en Gobelins —“la mejor escuela que hice”—, y finalmente en CalArts, en Los Ángeles. “Fue interesante estar en una escuela creada por Disney para traer ideas frescas”, señala. Al regresar a Francia, aún profundizó más en su formación en Les Arts Décoratifs y en un programa europeo llamado Animation Sans Frontières, donde aprendió sobre el financiamiento de películas.
Pero el momento de quiebre, ese punto donde el arte se vuelve inevitable, llegó con una película: La princesa Mononoke. “Fue como si Miyazaki me hubiera dicho: ‘Tienes que hacer esto’. Desde ese momento, supe que no tenía otra opción”.
Aunque nunca ha conocido al legendario director japonés, Bienvenu dice que lo importante no sería el encuentro en sí, sino mostrarle lo que ha logrado gracias a su influencia. “Me gustaría que viera lo que he hecho para mostrarle que hay una herencia”.
Una de las obras clave en su trayectoria es el videoclip Fog, en el que tomó la decisión de liberarse de las expectativas externas. “Antes trabajaba en blanco y negro porque todos me decían que mis colores eran feos. Con Fog decidí hacer lo que quería, aunque no le gustara a la gente. Y fue lo contrario: a muchos les encantó”. Allí también aparecieron por primera vez las icónicas gafas triangulares y los arcoíris digitales que ahora son marca de la casa. “Cuando era estudiante, usaba ese efecto que todos decían que era horrible. Lo hacía a propósito. Desde entonces, es una forma de decir: ‘Esto lo hice yo’”.
Arco es una película que, aunque habita en la ciencia ficción, rechaza la lógica del villano tradicional. “El malo es el mundo en el que vivimos. Me decían que eso no podía ser, que una película necesitaba un villano. Pero insistí. El mundo puede ser el peor de todos”. En ese sentido, Bienvenu se alinea con una corriente ética del cine: una que rehúye del maniqueísmo y apuesta por complejidades emocionales más humanas. “Cada personaje tiene algo de mí, de Félix, de personas que conocemos. Cuando escribes, te pones en todos”.
¿Y qué quiere decir Arco? ¿Cuál es su mensaje, si hay uno? “Quería hacer un abrazo a la humanidad. Decir que todo puede estar bien si creemos en las pequeñas cosas. No es porque algo sea pequeño que no valga la pena hacer todo para que exista”.
Ugo Bienvenu habla con modestia, con la seguridad de quien ha construido un universo estético propio, sin necesidad de gritarlo. Su voz resuena con un eco suave, como el de sus películas: melancólicas, coloridas, íntimas y profundamente humanas.
Ahora, Arco compite en Annecy y, según parece, también ha sido adquirida para distribución en España. “Creo que ya está vendida, sí”, comenta con una sonrisa discreta. Si Miyazaki alguna vez la ve, no cabe duda: encontrará ahí una herencia noble, personal y luminosa.
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