Vermú. MEDINA DEL CAMPO 2024

Néstor López es uno de los nombres a recordar, al igual que en su momento fueron Sorogoyen o Amenábar. Tiene ya varios premios en la estantería como director o productor, entre ellos el reciente galardón en Sundance (La gran obra), Goya (Mamá), Málaga y SECIME (Anticlímax) o Seminci con esta obra, “Vermú”, que por fin vemos y se estrena en el festival de cine de Medina del Campo (SECIME).

“Vermú” es una obra que tiene en cuenta al espectador para entretenerlo, quizás una de las características del cine que algunos cineastas han olvidado. Dividir la pantalla para generar misterio, para posicionar al espectador en dos situaciones, necesarias una con la otra, para estar pendiente del “cotilleo” del "¿qué dirán a mis espaldas?” para demostrar de esta forma la naturaleza de los políticos (y, a mucha distancia, de los seres humanos en general). 


Dividir la pantalla es una técnica que a algunos puede suponer volver a momentos dramáticos del cine más denso, espeso y menos enfocado al espectador medio (el que va al cine de su ciudad, no a un festival de cine) como son “La soledad” o “El año del descubrimiento”, sí, esa película de la que usted me habla de 200 minutos. La intensidad en los títulos, en el tiempo con duraciones insufribles, o en un guion hecho para gustar únicamente al director del film (como señaló Albert Serra con Pacifiction) es algo que gusta a los premios y a los críticos de pata negra (o gris) que en ocasiones hablan de este mismo título para intentar aumentar los lectores de la prensa rosa. 


“Vermú”, el corto de Néstor López que concursa en la sección Castilla y León de Medina del Campo, demuestra que las técnicas no son aburridas o entretenidas, sino que es la sabiduría del director que hace de esas técnicas magia que obliga al espectador a disfrutar de una obra, sin empujarle a salir de la sala (conocido es el caso de Carlos Boyero con “Beginning” en San Sebastián, quizás el crítico más influyente de España, aunque para algunos sea incomprensible) o la mitad de la sala donde me encontraba en Francia, que salió tras los 30 primeros minutos de “Lúa  Vermella”. 


En “Vermú” no hace falta estudiar un master de arte para entender lo que se ve, tras los 14 minutos uno no se siente más tonto que el resto por no entender los 5 minutos de cámara fija sobre una vaca que anda por el prado. Aquí los segundos cuentan, cómo debe ser en un corto, y cada momento nos está aportando imprescindible información lógica en una cadena de sucesos, que terminan en una tensión máxima, desvaneciéndose de golpe en una terraza de un bar de pueblo.

Una montaña rusa, con humor que pretende entretener primeramente, y después enseñar y transmitir algo de la vida, de forma dinámica, alejándose de las modas pasajeras. Un corto que tiene calidad, como demostró su premio en Seminci, pero que deja ver más aún lo que se esconde detrás: uno de los grandes autores del cine español que, como un miura, está esperando en los chiqueros, resoplando humo por el hocico y escarbando con sus patas, hasta el momento en que abran la puerta y de un HACHAZO.

Opinión: 4/5





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