Infinity Pool. BERLIN 2023


2 horas de asesinatos y muertes a cada cual más salvaje, con sangre, mucha sangre y una clara atracción por la violencia, este es el menú que nos propone el director canadiense e hijo de su padre, Brandon Cronenberg.

Sin duda que esta película no dejará indiferente, no por su calidad, sino más bien, por las escenas explícitas de violencia, así como la famosa orgía. Interpretada de forma estremadamente fría, para mantener la estética, por sus protagonistas Alexander Skarsgård y Mia Goth. El papel del primero va a un país para encontrar inspiración para seguir su carrera como escritor, el papel de ella es de una bella mujer que está allí con su pareja.


Sentirse eterno

Un acidente y la consecuente pena de muerte da el pistoletazo de salida a la cinta, que a cada asesinato nos plantea la duda de si es correcto o no dejar que otro, un doble tuyo, sea asesinado por tu propio hijo. El sentirse invencible, eterno, es uno de los logros que el director quiere transmitir al espectador, como vemos con la sonrisa del protagonista cuando vemos que su doble es acuchillado con saña por su propio hijo. 

¿El moribundo es el real, es el doble, tiene menos valor matar a un doble creado en una piscina que puede crear clones de forma infinita? Brandon quiere intentar ser profundo usando una estética sobria, planos simétricos como la del protagonista sentado en el medio del autobús de vuelta al aeropuerto. Planos con focos directos, como el del asesinato del primer clon, que no ayuda a centrarnos en el personaje. Pero por desgracia, la excesiva pretensión de decorados, luces, si bien es el sello del director, no consiguen que la gente entre, se sumerja en la cinta, creando una barrera de "diseño" entre el espectador y la idea a transmitir.


No empatizar con los protagonistas

El público podrá valorar que las escenas están bien rodadas, son fotogénicas, entran bien por los ojos, pero no se sentirá parte del protagonista al ser rodadas de forma extremadamente rígida. Podremos sentirnos impactados por las muertes, o por las escenas de sexo, pero eso no es por la gran destreza del director al grabar las escenas, sino al hecho mismo de que esas escenas impactan, las grabe quien las grabe, y las grabe como las grabe. 

La fuerza de esta cinta no está, claramente, en las actuaciones robóticas de sus protagonistas, quienes seguían pareciendo robots en el panel de fotos de la Berlinale. La fuerza de la cinta radica en un guión novedoso y complicado, donde obliga al espectador a reflexionar para intentar entender lo que está viendo. Este mismo estupendo trabajo de guión lo vimos con la ganadora de Sitges en el 2020, "Possessor" del mismo director.

Buena cinta para disfrutar para los amantes de este tipo de películas, recomendable no verla después de comer, y sobre todo, rodearse de gente ruidosa, que silbe o aplauda cada vez que hay escenas escabrosas, para realmente, sacarle partido al film:  hay que verla en Sitges!.

Opinión: 3/5



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