Carne de Dios. ANNECY 2023


Argentina y México coproducen esta cinta de 21 minutos, con Patricio Plaza dirigiendo y la mexicana Lucía Cavalchini coproduciendo.


"Las invoco diosas mías, ustedes las indias sumergidas en mi carne que son mis sombras..." así comienza la cinta, con una frase de Gloria Anzaldúa pronunciada en 1987, y nos sentencia una premisa sobre lo qué versará el film.


El inicio tétrico, con unos colores ocres, de una niña indígena corriendo por un campo seco. La desesperación está en sus ojos, hasta que choca con un sacerdote y desparrama lo que quería llevarse: unos cuantos champiñones. Una mano que se eleva y golpea a la niña mientras el píe pisa las setas, dejándonos claro quien es el malo de la película.



Los primeros planos de las caras, de los ojos, las pupilas, el lagrimeo típico de la enfermedad, los detalles para mostrar los efectos de una enfermedad están presentes en un cura que se acerca casi sin fuerza, a una casa a lomos de un burro. La solución puede ser creer en Dios o creer en los remedios de los indígenas, confrontando la cruz, siempre brillante en la cinta, con las setas, objeto de disputa desde el inicio.

Sincretismo animado

El sincretismo es la columna vertebral de esta cinta, cruces formadas por vigas, por sombras, que cobran vida dentro de un mundo animista, de un mundo donde la naturaleza cobra más importancia. Un cristo con ojos rojos, como los fantasmas de "Anhell69" del colombiano Theo Montoya. En la película del colombiano eran los humanos la presa, aquí es el cura protagonista, él y sus creencia religiosas, donde Cristo nunca tendría los ojos rojos o haría mal a nadie. 

Patricio Plaza da la vuelta a una historia de hace cientos de años para mostrarnos las luchas de un padre, de un cura, que parece ser desbordado por sus creencias, un tema, quizás, más de actualidad de lo que pensamos, donde la propia religión y sus normas están haciendo que algunos curas no vean el cristianismo como un remando de paz y amor, sino un refugio para sus necesidades más depravadas, convirtiéndose así en el Cristo malvado del film. Básicamente la cinta parece criticar a una parte de la iglesia poniéndola en una situación de desamparo, en la oscuridad de un paisaje sin localización, con oscuridades perpetuas donde abrirse paso con la simple ayuda de una antorcha verde, sin escapatoria aparente, como las victimas de las propia iglesia. Por si no queda claro, una lengua, unos genitales siendo lamidos, una piernas abriéndose o un ano dilatándose, dejan pocas dudas a las especulaciones sobre el tema tratado.



Una forma eclíptica de mostrar una crítica social, una crítica desde un punto de vista menos directo, más sutil pero igual de eficaz que la de otros cortometrajes americanos, como el de la colombiana Carla Melo y su critica frontal en "La perra" a la depravación y degeneración de todos los hombres, de todos los seres del género masculino. Estos dos cortos tienen varias cosas en común, son iberoamericanos, concursan en el festival de cine de animación más importante del mundo y continúan un camino de crítica social a través de la animación, mucho más importante de lo que se podría pensar.

Opinión: 3/5








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