Tres pisos. Sevilla 2021

 


Nanni Moretti es Nanni Moretti. Es el Francois Ozon, el Almodovar, o el Ken Loach italiano. Cada nueva obra que presenta lo hace en uno de los grandes festivales, y la expectación es siempre alta. Las críticas son casi forzosamente buenas ya que es un ícono del cine italiano, y hay que cuidar a los iconos. 



Moretti y el cine italiano

Con "Tres Pisos", Moretti concursa en el festival de cine europeo de Sevilla, pero viene de hacerlo en el festival de Cannes. Su película está a años luz de obras contemporáneas como "La Chiara" del joven (37 años) Jonas Carpignano, o "Il buco" del menos joven Michelangelo Frammartino (53 años). 

Moretti (68 años) tiene una maestría innata, que tras años de experiencia no se cuestiona, haciendo un cine donde la luz que "aplatana" las caras de los actores está ahí por algo, donde las actuaciones sorprendentemente frías son así expresamente para dar una sensación teatralizada. Los guiones sin nada que contar son minuciosamente elaborados para conseguir que el espectador se pregunte a sí mismo sobre el sentido de la vida mientras intenta poner orden a lo que está viendo. En definitiva, Moretti es un genio para muchos, pero para otros deberá pasar por la ITV de guionistas y realizadores, para hacer un mantenimiento necesario que pueda hacer llegar y pasar su mensaje a más gente. El hecho de que cualquier película que haga vaya directa a la competición oficial de Cannes, no asegura que su calidad sea entendida por todos, sobre todo por las nuevas generaciones. Cambiar su forma de hacer cine puede ser considerado como traicionar a sus principios, pero cuando la mayoría de los críticos en pequeño circulos calificaba su cintan en Cannes, como "mala" quizas sea hora de volver a deslumbrar al público con un cine distinto, y parecido al de sus contemporáneos de 37 o 53 años. 



3 historias de burgueses italianos

La cinta cuenta 3 historias, pasando de una a otra de forma un tanto abrupta, vemos como un joven conductor atropella a una persona. Sus padres (Nanni Moretti hace de padre) viven en un piso donde hay otras familias. Una pareja joven cuyo marido se siente atraído por una joven vecina ( o más bien es viceversa). Otra familia es la de una mujer y su bebé, cuyo marido está ausente por culpa del trabajo. Ambas historias avanzan en el tiempo de forma repentina, pasando de unos hechos a otros sin que haya mayores explicaciones, desde el juicio del joven conductor, a la búsqueda de libertad de la mujer sola, a la acusación por abusos del hombre por parte de su joven vecina. 

Las secuencias de primeros planos parecen no aptas para espectadores que buscan el realismo y creer en lo que están viendo. El cejo fruncido constante, las sonrisas que se muestran tras unos segundos de ser enfocados por la cámara, el empeño por crear una  profundidad inexistente, hacen que la obra sea de papel no de carne y hueso, sorprendiéndonos sobre nuestro propio criterio al no entender como no podemos amar algo que ha ido a Cannes y que está hecho por el genio Nanni Moretti.

 


Para rizar el rizo, el final es algo sencillamente complicado de creer por la extrema casualidad callejera más digna de alguna película de Almodóvar, pero que haciendo un acto de fe podemos encuadrar dentro del mensaje final del amor dividido entre un marido y un hijo.

Con un plantel de lujo: Riccardo Scamarcio, Margherita Buy o Alba Rohrwacher, la cinta de estas familias burguesas tienen el sello de Moretti, pero no llegan a hacer ninguna de las historias mínimamente atrayentes o dinámicas, por lo que quizás solo los amantes del director italiano pasarán un buen rato.


Opinión: 2/5



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