Sound of violence. BIFFF 2021


Cuando una película no es ni divertida ni sorprendente, el espectador comienza a preguntarse por qué debe ver la cinta. Igual por aprender algo, porque ¿ no hay nada mejor que hacer, porque es una de las películas en la sección oficial de un festival como el BIFFF 2021 ?.



Hora y 34 minutos de tópicos, cuotas, situaciones predecibles, guión que no se sustenta en un mundo normal, elementos de profundidad inexistentes, cortes en una línea histórica aberrantes, falta de información suplementaria que haga al espectador entender al resto de personajes. En definitiva, ver esta cinta puede darnos una idea de cómo no hacer agradable al espectador una película de horror, nunca mejor dicho. El director estadounidense Alex Noyer ha hecho lo que ha podido, pero ni el título parece muy original siguiendo los pasos de "Sound of Metal", cuya película copian parte del título y de la idea, donde una chica pierde la audición.


La historia comienza con la dulce protagonista que ha perdido la audición en un accidente, cenando con sus padres, tras unos minutos el padre mata a su madre. A lo que la niña termina matando al padre y recupera la audición. Considera que el fin para mantener la audición es grabar los sonidos de gente sufriendo, por lo que crea planes no muy elaborados para matar a distintas personas, sin muchos apuros por recoger su material después de cada crimen, y con unos policías especialmente ineptos que no consiguen dar con la asesina aun teniendo el equipo de sonido de grabación de la asesina donde habrá huellas y esos elementos para determinar quién es el asesino.



Cuando se plantea la cinta como un despropósito predecible, es por la cantidad de elementos que parecen predeterminados por un guión políticamente correcto, que hace que podamos averiguar lo que va a pasar después. El director nos muestra una sociedad donde las cuotas parecen establecidas, desde los padres de la protagonistas: padre blanco y madre negra, a tal extremo que el espectador se pregunta dónde está la cuota de asiáticos, y ahí aparece el investigador de crímenes, siguiendo los pasos de cuotas exageradamente predecibles de las grandes producciones de Hollywood, como la última "Liga de la Justicia". La parte LGBT también aparece, con una protagonista besando a otra chica, entendible, pero que parece usar el término para ganar adeptos, más que realmente defender el colectivo, parece usar lo políticamente correcto, y no realmente amar lo que esto significa. Una vez más, el arte del cine es hacer ver y entender al espectador lo que no se muestra, no es necesario que en una película de 1h34min saquen una escena de un beso entre dos chicas para poder ponerse la etiqueta de LGBT, y esto denota la falta de destreza en la realización de la cinta.

La protagonista nos sorprende con un líquido que tras ingerirlo, obliga a quien lo hace a hacer todo lo que la protagonista quiere. ¿De dónde ha sacado este líquido, de Amazon, AliExpress ?, no lo sabemos. Tampoco sabemos que sea una experta mecánica para que pulsando un botón de un mando a distancia, las cuerdas de un arpa se tensen solas, sin motores ocultos en el arpa, ni baterías, nada, energía aún no inventada quizás. Lo mejor es el homenaje que hacen al hombre invisible cuando la protagonista se esconde detrás de una pared en una galería, justo detrás de la artista, y va sacando el brazo para envenenar la copa. Nadie la ve, y eso que cuando alguien toca la gente suele mirar. Cuando viene la policía, nadie sabe cómo ha escapado la protagonista. 



En la escena final parecida, el agujero argumental es tan grande que no podemos creer que la protagonista se encuentre en la misma playa por la que hacía 2 minutos estaba caminando. No solo hay agujeros negros en los espacios, tambien en las acciones cuando vemos dos chicas hablando, y acto seguido una de ellas está amarrada a la cama... ¿cómo es esto posible? sorprende la brutal fuerza que parece tener la protagonista, las horas del gimnasio que debe de hacer y que el público no ha podido ver. O quizás su dialéctica es tan potente, que ha convencido a la otra chica para tumbarse en la cama y amarrarla. Ni un forcejeo, ni una imagen donde se pueda ver que la protagonista atiza a la indefensa chica, nada, el espectador tiene que dejar volar su imaginación, pero quien dice volar dice un vuelo transoceánico con piruetas incluidas.



Una obra pretenciosa, donde el director ha intentado relacionar el arte del sonido con el sufrimiento. Hacer música con el sufrimiento de otros, enlazando una historia de superación personal por culpa de un drama familiar y una sordera intermitente. Si al menos las actuaciones fueran aceptables, pero es que desde la protagonista Jasmin Savoy Brown, hasta los secundarios pasando por su compañera de piso, son parte de la falta de credibilidad de esta cinta. En particular la sobreactuación de Tessa Munro como la comisaría quita muchas estrellas o puntuación a esta cinta. 


Opinión: 2/5

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