DogMan. VENECIA 2023

Las expectativas con esta película estaban muy altas, Luc Besson nunca deja indiferente a nadie. Si juntamos que el título de esta cinta nos recuerda sin saber por qué a la excelente "Doberman" de Jan Kounen, o a la excelentísima "Dogman" de Matteo Garrone, y las apuestas estaban muy altas.

Amar más a los perros que a las personas es posible, no lo demuestra el protagonista de la cinta Caleb Landry Jones quien interpreta a Douglas Munrow. 


Vida de perros o de humanos

Con un cuidado minucioso a los detalles, sello de Besson, donde vemos hasta el final los ajustes que Doublas tiene que hacer a la armadura de metal para sentarse en la silla, aunque ya los hayamos visto varias veces antes, la obra nos da en algunos momento una falsa de ilusión de realidad, de veracidad. El espectador quiere creer que podremos creer cada escena como pasó con "León el profesional". Pero esto no es así en toda la película por culpa de los altibajos que tiene. 

Un inicio prometedor, donde se mezcla el mundo queer con una adolescencia dura, o con un marido maltratador. Desde aquí vemos como la relación del joven Douglas con su familia es todo menos confortable, sin ser él que se aleja de la familia sino esta misma que lo repudia. Un repudio que se vuelve ira, falta de empatía, falta de entender el dolor ajeno, igual que cuando un perro es maltratado y se vuelve agresivo.

Sensación de falsedad

La miradas provocativas, delirantes del protagonista, su puesta en escena con maquillaje y peluca, nos recuerda vagamente al Joaquin Phoenix de "Joker", pero a Caleb Landry Jones le falta algo, un empuje que haga llegar su personalidad más profunda al espectador. Se queda en un intento, en un querer y no poder, con miradas excesivamente ensayadas o que parecen falsas.

El mundo de Besson está muy bien labrado, los muros del edificio, la jaula del perro, la cárcel, todo nos parece familiar a base de repetirse de forma sabia. Esta credibilidad la mata con acciones que se supone realizada por perros, pero que físicamente son imposibles: abrir una puerta pesada tirando de ella, esquivar una bala que acaban de disparar, o que ningún perro salga herido en toda la película.

La relación entre los dos protagonistas, Douglas y su psiquiatra, es necesaria para conocer los acontecimientos pasados, pero parece excesivamente fácil que se suelte de esa manera cuando antes no dijo nada a ninguno de los policías. Imaginamos que percibió el pasado doloroso que compartieron ambos para abrirse. Sea como fuere, la cinta nos atrapa si dejamos que algunos elementos no tengan explicación.

Opinión:3,5/5

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