La segunda película del colombiano Simón Mesa Soto, Un poeta , presentada en Un certain regard de Cannes 2025, parece concebida como un experimento: un ensayo tragicómico sobre la creación artística, la decadencia masculina, y la supuesta trascendencia de la poesía en un mundo que no la necesita. Sin embargo, lo que podía haber sido un retrato melancólico y lúcido sobre el fracaso —personal y estético— termina convirtiéndose en una acumulación de decisiones formales y narrativas que resultan más autoindulgentes que efectivas. Rodada en 16mm, con un formato 4:3 que busca evocar una estética de otra época —quizá en correspondencia con la anacronía de su protagonista y su universo poético marginal—, Un poeta se construye desde el principio como una película que demanda ser tomada en serio. Y esa es precisamente su trampa: el uso del celuloide y del encuadre cuadrado, lejos de ser herramientas expresivas al servicio de la historia, se sienten como gestos estéticos vacíos, una especie de ...
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