Brillo cinematográfico en formato breve: El palmarés del 34.º Festival Internacional Séquence Court-Métrage en Toulouse
Durante el Doha Film Festival, en la sección Made in Qatar, el director catarí Mahdi Ali Ali Al-Sharshani presentó su nuevo cortometraje, una obra que rescata un ritual femenino ligado a la época de la pesca de perlas. Con más de treinta cortos realizados y un papel fundamental en la formación de cineastas desde el Doha Film Institute (DFI), Al-Sharshani reflexiona sobre la memoria, los desafíos del cine local y el futuro de la industria en la región del Golfo.
Su cortometraje parte de una imagen poderosa: mujeres llevando una rama de palma quemada al mar. El director explica que esta tradición surgió durante los años en que la pesca de perlas se cobraba la vida de muchos hombres.
“Las mujeres veían el mar como un enemigo porque habían perdido a sus familiares allí. Este ritual era una manera de liberar su ira y hablarle al mar para pedirle que no se llevara a nadie más”, relata.
El filme reconstruye ese acto simbólico y explora el vínculo emocional entre las mujeres cataríes y el paisaje que marcó generaciones.
Además de su obra como realizador, Al-Sharshani (segundo por la drch. enla foto) es una figura clave en la consolidación del DFI. Desde sus inicios participó en la creación del brazo educativo de la institución.
“Trajimos mentores internacionales y de la región MENA para apoyar a los nuevos cineastas. Me alegra haber sido parte de esto desde el comienzo.”
Gracias a ese trabajo, afirma, Catar ha contribuido a transformar el ecosistema cinematográfico del Golfo. Recuerda que el primer festival de cine de la región tuvo lugar en Catar en el año 2000, impulsando la aparición posterior de eventos en Emiratos Árabes Unidos, Omán y Arabia Saudita.
Al-Sharshani también lidera programas que evalúan proyectos que solicitan fondos al DFI. A quienes aspiran a obtener apoyo por primera vez, les recomienda claridad y dedicación:
“Lo más importante es desarrollar la idea y asistir a los talleres de escritura. Nosotros los acompañamos para mostrarles cómo construir sus películas.”
Para el director, el punto más débil del cine local es claro:
“El gran problema es la actuación. Muchos directores no tienen formación teatral y no saben cómo dirigir actores.”
La falta de una escuela de interpretación en el país limita el crecimiento cualitativo de los proyectos. Por eso, considera esencial que los festivales y el DFI impulsen talleres específicos tanto para intérpretes como para realizadores.
Para él, Made in Qatar es más que una vitrina de cortometrajes:
“Lo más importante es encontrarme con el público catarí. Esta plataforma motiva a la gente a pensar en convertirse en cineastas si sienten pasión por ello.”
Una constante atraviesa sus obras: la palabra love. No es casual. Al-Sharshani asegura que su vocación nació a los 13 años, al ver por primera vez una película en pantalla grande.
“El cine atrapó mi corazón. Sentir la reacción del público —la risa, la tristeza— me dio la fuerza para seguir.”
De su formación en París se quedó con una lección esencial: el cine es trabajo en equipo y requiere escuchar al conjunto del rodaje. Cita influencias como la Nouvelle Vague y al cineasta palestino Elia Suleiman, con quien mantiene una relación cercana.
Su nueva obra iniciará un recorrido por festivales internacionales. Más adelante podría llegar a plataformas como la de Qatar Airways y, quizá, dentro de una década, al acceso libre en YouTube.
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