La francesa Amélie Bonnin dirige esta obra ganadora del premio del público en el festival de cortometrajes de Clermont-Ferrand.
Un joven, Julien (Bastien Bouillon), retorna a su pueblo para ayudar a sus padres a hacer la mudanza tras su jubilación. Dejó Normandía para labrarse un futuro como escritor en París, teniendo éxito con su novela de 300 páginas.
Su padre no entiende que se ría de los "pueblerinos" con frases en su libro como que lo más cultivado en el pueblo son los campos de patatas que hay al lado de la carretera. Su madre lo defiende. La cinta no tiene pretensiones más que mostrar los sentimientos del joven con sus padres y con la chica que le gustaba antes de irse.
Los papeles de los diferentes actores Bastien Bouillon, Juliette Armanet, Francois Rollin, Lorella Cravotta... están extremadamente bien logrados para lo que estamos acostumbrados en un cortometraje, con un poco más de tensión, humor y 80 minutos de metraje podríamos estar ante una de las películas más dulces del año.
Nunca fue fácil entender que gustamos a otra persona, en el caso del protagonista Julien, nunca supo que Caroline estaba loca por él. Como decía Julien, si no se lo dice directamente como pretendía que lo supiera, y es que en la vida real muchas cosas se dan por obvias cuando no lo son, y muchas parejas no terminan de cuajar por falta de esta comunicación que les ocurrió a los protagonistas. Quizás el destino hubiera sido otro y el éxito de ventas de 300 hojas nunca se hubiera escrito. De esto habla la cinta, del destino y de su aceptación.
Una gran obra que sorprende con actuaciones de karaoke o la sutil forma de rellenar las frases de amarillo son joyitas raras de ver en el cine. Estos detalles se agradecen por la frescura y el dinamismo que aportan, con toques de humor como cuando el protagonista va a cantar al llegar al pueblo pero comienzo a hablar por teléfono.
Opinión: 4/5
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